Procurador de Hidalgo o sicario: el convoy de la justicia



Jorge Montejo

En un espectáculo digno de un narcocorrido, el Procurador General de Justicia de Hidalgo, Francisco Fernández Hasbun, decidió convertir el boulevard Colosio en su escenario personal, demostrando que, cuando se trata de prepotencia, no hay límites. Según una denuncia ciudadana, el funcionario, acompañado de su séquito de escoltas dignos de una serie de narcos, el día de ayer 16 de enero, sacó de la calle a un ciudadano que tuvo la osadía de estorbar el paso del “gran líder de la justicia”.

El desfile, que incluía una camioneta Ford Expedition de lujo (igualita a la que trae el secretario de gobierno Olivares Reyna, su ídolo), una Chevrolet Colorado para sus fieles escoltas y una NP300 con placas tapadas (porque la transparencia es para los débiles), se desplazaba con la elegancia de un convoy de sicarios. Por supuesto, las placas ocultas son el detalle que faltaba para dar el toque final de misterio, como si el procurador estuviera en una misión secreta para salvar al mundo… o simplemente yendo por café.

El procurador, que al parecer cree que Pachuca es territorio hostil, trae un equipo de seguridad exagerado, como si estuviera en guerra contra el crimen organizado. Pero, ¿realmente lo está? Porque mientras los verdaderos criminales siguen operando con tranquilidad, él se enfoca en abrirse paso por las calles de manera “influyente e importante”, como si los ciudadanos debieran rendirle pleitesía por el simple hecho de existir.

Lo más lamentable de este bochornoso episodio no es solo la prepotencia, sino el claro mensaje: el encargado de impartir justicia en Hidalgo no parece preocupado por el respeto a los ciudadanos, sino por alimentar su ego. Al estilo de un capo en desfile, su prioridad es hacerse notar, incluso si eso significa sacar a alguien de la carretera. Porque, al parecer, la justicia en Hidalgo no solo es ciega, también es prepotente y viaja en convoy con placas tapadas.

¿Y la verdadera lucha contra la delincuencia? Bueno, eso parece quedar en segundo plano, porque para eso no hay tiempo cuando estás demasiado ocupado jugando a ser un influyente Rockstar de la justicia. Pachuca, respira profundo y ábrele paso: el show debe continuar.