Gargamel Castrejón realiza despidos en la SEPH desde la nieve en EU



Jorge Montejo

Desde las idílicas montañas cubiertas de nieve en algún exclusivo rincón de Estados Unidos, el secretario de Educación Pública de Hidalgo, Natividad Castrejón, tomó una decisión crucial para la política comunicacional de la SEPH. Con guantes de esquí y una taza de chocolate caliente en la mano, Castrejón destituyó por control remoto al vocero Daniel Zárate, un fósil de la dependencia que llevaba más de una década sobreviviendo a punta de boletines copiados y fotos mal encuadradas.

Porque claro, ¿qué mejor lugar para tomar decisiones importantes que desde unas merecidas vacaciones en la nieve? Mientras la educación en Hidalgo enfrenta retos monumentales, el titular de la SEPH demostró que su compromiso está a la altura… de una estación de esquí. La noticia de la destitución llegó como un trineo descontrolado: rápida, aparatosa y con daños colaterales. Zárate, fiel a su estilo melodramático, se despidió en sus redes sociales con un mensaje que rezumaba nostalgia barata: “Hoy concluye un ciclo muy importante en mi vida profesional. Di lo mejor de mí”. ¿De verdad? Si eso fue lo mejor, habría que imaginarse lo peor.

Pero la remoción de Zárate no es un gesto aislado. En el contexto de una crisis interna en la comunicación del gobierno estatal, esta salida llega después del escándalo que envolvió a Eduardo Iturbe Méndez, el excoordinador de Comunicación Social del gobierno de Hidalgo. Iturbe, que resultó más creativo que los redactores de sus propios boletines, está bajo investigación por la Auditoría Superior del Estado. ¿La acusación? Un fino arte de desviar millones de pesos a cuentas de Facebook piratas y medios de comunicación fantasmas que, milagrosamente, siempre resultaban ser de su propiedad. Vaya talento para “informar” mientras uno mismo se llena los bolsillos. 


Ahora fue el turno de Daniel Zárate, quien probablemente también tendrá que rendir cuentas. Porque si algo ha quedado claro es que la política comunicacional de Hidalgo es una crisis permanente, sostenida solo por el dinero que fluye a medios locales cuya credibilidad está más enterrada que la nieve bajo los esquís de Castrejón. Eso sí, el gobierno sigue repartiendo dádivas a diestra y siniestra, asegurándose de que los periódicos locales no publiquen más que elogios reciclados y silencios incómodos.

¿Y quién viene ahora para ocupar el trono vacante de Zárate? Aquí es donde el circo se pone aún más divertido. Los nombres que suenan como posibles sustitutas son dignos de un casting de segunda mano. Por un lado, está una reportera de apellido Avilés, del periódico Universal Hidalgo, cuya trayectoria periodística es tan relevante como un folleto de supermercado. La mujer no ha producido un solo trabajo digno de ser recordado, pero ahí está, en la lista de posibles elegidas. Total, parece que en la SEPH el único requisito es tener un apellido que suene bien en las reuniones de café.

La otra candidata es Janet Barragán, cuyo currículum destaca más por su labor como vendedora de Avon que por sus logros periodísticos. Barragán fue señalada hace unos meses por obligar a empleados de la SEPH a comprarle productos de belleza. Una auténtica emprendedora que, por lo visto, entendió que en la comunicación gubernamental lo importante no es informar, sino maquillar los hechos… y las pestañas.

Y mientras tanto, Natividad Castrejón sigue disfrutando de sus vacaciones. Desde algún punto nevado de Estados Unidos, seguramente entre risas y brindis, decide el rumbo de la comunicación en Hidalgo. Es un gesto simbólico: tomar decisiones cruciales para un estado que enfrenta serios problemas educativos mientras se relaja en la nieve, bien lejos de esos problemas. Si eso no es compromiso, que alguien explique qué es.

La realidad es que esta historia no es más que un capítulo más en la tragicomedia de la política hidalguense, donde la incompetencia no toma descansos… pero los funcionarios sí. Quizá, mientras Castrejón contempla los paisajes nevados, reflexione sobre el futuro de la SEPH. O quizá no. Al fin y al cabo, todo se ve mejor desde lejos y, si algo queda claro, es que en Hidalgo los problemas no importan mientras los selfies en la nieve salgan bien.