Jorge Montejo
A las 02:00 de la madrugada de este sábado, el gobernador de Hidalgo, Julio Menchaca Salazar, decidió dar un giro inesperado a su mandato y presentó licencia definitiva al Congreso del estado por enfermedad. Según reportes, durante una reciente gira por Actopan sufrió un desvanecimiento del que se dijo que era por cansancio, aunque jamás se reveló el diagnóstico médico. Lo que sí se sabe es que fue atendido en el exclusivo Hospital Español, porque al parecer, incluso la salud del pueblo necesita servicios VIP.
Pero, como buen estratega político, Menchaca no dejó nada al azar antes de renunciar. A las 00:10 a.m., en una jugada digna de película, destituyó a Guillermo Olivares Reyna como secretario de Gobierno y nombró en su lugar a Miguel Ángel Tello Vargas. Este enroque tiene un claro objetivo: si el Congreso acepta su licencia, Tello asumirá como gobernador temporal hasta que la LXVI Legislatura designe a un interino que convoque a elecciones. Porque nada dice “transición tranquila” como cambios de madrugada.
Además, el Congreso deberá elegir entre los 30 diputados locales o algún integrante del Poder Judicial para ocupar el cargo interinamente. Parece fácil, pero no olvidemos que esto sería la tercera vez que un gobernador no termina su mandato en Hidalgo desde la Revolución.
Un vistazo histórico al club de los gobernadores que “no llegaron al final” 1. Otoniel Miranda Andrade (PRI, 1975): Gobernó menos de un mes, del 1 al 28 de abril, tras ser impuesto por su consuegro, Manuel Sánchez Vite, y en contra del entonces presidente Luis Echeverría Álvarez. Su mandato terminó cuando campesinos tomaron el Palacio de Gobierno y el Senado declaró la desaparición de poderes. Por si fuera poco, Otoniel ni siquiera cobró dos quincenas. Un récord difícil de superar.
2. Jesús Murillo Karam (PRI, 1993-1998): Gobernador que abandonó el cargo seis meses antes de tiempo, bajo el pretexto de integrarse al Gobierno Federal. La verdadera razón fue la crisis política que provocó al imponer a Manuel Ángel Núñez Soto como candidato priista. Su salida fue sustituida por Humberto Lugo Gil, porque en política mexicana siempre hay un plan B.
3. Jorge Rojo Lugo (PRI, 1975-1981): Aunque técnicamente regresó a terminar su mandato, estuvo fuera casi dos años (1976-1978) mientras se desempeñaba como Secretario de la Reforma Agraria bajo el gobierno de José López Portillo. Fue un ausente presente en la política hidalguense.
¿Y ahora qué sigue? El Congreso tiene la responsabilidad de manejar esta situación con precisión quirúrgica, pero, si la historia sirve de referencia, podemos esperar algo más digno de Netflix que de política institucional. Entre movimientos nocturnos, cambios estratégicos y decisiones improvisadas, Hidalgo sigue demostrando que lo impredecible es su verdadera tradición política.
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P.D. ¡Inocente palomita que te dejaste engañar! Porque ningún gobernador dejaría el cargo antes de tiempo… ¿o sí?