Arturo Moreno Baños - El Tlacuilo
Creyó que su broma causaría gracia; “es muy buena” debió pensar. Y con emoción, cuando vio a su novia, mientras le bajaba el cielo y las estrellas, le pidió matrimonio. Ella, con los ojos llenos de ilusión, aceptó sin dudar.
Era el momento más feliz de su vida hasta que a su novio se le ocurrió
pronunciar las palabras mágicas para un día como ese: “inocente palomita que te
dejaste engañar”.
En la actualidad los
expertos en psicología habrían dicho que al novio le faltó inteligencia
emocional, pero esa es otra historia; en 1899, era una nota más entre las
muchas que se publicaban con motivo del Día de los Inocentes.
El 28 de diciembre es
una fecha de cuidado. Sobre todo, en cuanto a los préstamos. Nadie debía
prestar ni un céntimo y la gente debe poner clara atención a sus acciones para
evitar que algún vival termine recitando: “inocente palomita que te dejaste
engañar, sabiendo que en este día de nadie te puedes fiar”.
En 1899, El
Reproductor de Orizaba publicó en su primera plana un aviso que parecía propio
del “día de los inocentes”: “Se ordena todos los vecinos que desde la fecha de
este aviso mantengan aseados debidamente patios, caños y letrinas. Las calles
deberán ser barridas todos los días en la parte que a cada casa le corresponda,
so pena de encarcelamiento”.
Nadie supo cómo tomar
la nota, y en los días siguientes, los habitantes de Orizaba trabajaron
afanosamente en la limpieza de casas y calles. Había de bromas a bromas. Una
familia de la ciudad de México se horrorizó al leer la noticia de que su hijo,
secretario de redacción de un periódico capitalino, había sido apuñalado y
muerto por otro periodista.
Entre lágrimas e ira,
los padres del muchacho, amigos, conocidos y curiosos que estaban indignados
por tan terrible suceso, marcharon al periódico para exigir justicia. Para su
sorpresa fueron recibidos por el “muerto” que se había prestado para la
inocentada.
Indignado por la
broma, y quizá por haber sido víctima de alguna otra, un articulista de El
Imparcial escribió:
“Esa clase de
costumbres tradicionales tienen el inconveniente de ser imbéciles. Mucho me
extraña que el día 28 haya pasado tan inadvertido.
Debiéronse haber
celebrado descomunales banquetes e inauditos bailes, puesto que era el día
onomástico de las nueve décimas partes de la humanidad: Inocentes los que
discuten durante horas sobre toros; inocentes, los jóvenes que cifran su
orgullo en el buen vestir; inocentes los que basamos nuestro porvenir en un
premio eventual de la lotería; inocentes, los que llaman pérfidas a todas las
mujeres”.