Jorge Montejo
La nueva temporada del Big Brother político hidalguense ya está en marcha, y el casting para los próximos dos años de poder promete ser el espectáculo más entretenido de la política local. Con alianzas inesperadas, traiciones descaradas y estrategias recicladas al más puro estilo del PRI de los setentas, los contendientes están listos para encerrarse en la casa del poder y competir por el premio mayor: la gubernatura.
Debemos comenzar este texto por decir que Osorio Chong, quien, desde su exilio político, debe estar llorando en silencio al ver cómo sus antiguos pupilos han cambiado de camiseta más rápido que un influencer cambiando de patrocinador. Pero no hay que subestimar a su confidente Nuvia Mayorga, quien, fiel a la tradición de los concursantes que nunca se rinden, ha decidido reinventarse en el Partido Verde. Nuvia juega la carta de la experiencia. ¿Podrá convencer a la audiencia de que es la opción ideal para el gran premio?
Por otro lado, Lisset Marcelino Tovar (del grupo de los Dinos) entra a la casa de Big Brother cargando el peso de la traición. Su antiguo aliado Abraham Mendoza le dio la espalda y ahora apoya a Simey Olvera, la nueva favorita del grupo Fayad. Simey, quien recibió apoyos en su momento por Israel Félix desde Mineral de la Reforma, se perfila como una jugadora hábil, aunque con un libreto bastante predecible. ¿Será suficiente el apoyo de estos padrinos para llegar al final?
En el cuarto estratégico encontramos a Rebeca Aladro, presidenta del Tribunal Superior de Justicia, quien podría recibir el empujón decisivo del gobernador Julio Menchaca. Nada grita más “democracia” que una posible jugada desde el poder judicial, pero Rebeca parece dispuesta a usar todas las cartas legales y políticas para mantenerse en el juego.
Mientras tanto, Susy Ángeles se presenta como la jugadora favorita de las bases de Morena, con buenas relaciones en la izquierda y el respaldo estratégico de Claudia Sheinbaum. Conectada con las bases y con el poder nacional, Susy apuesta por una estrategia más orgánica, aunque en este juego nunca se sabe cuándo llegará la próxima traición.
Y, como en todo reality show, no puede faltar el regreso de una veterana. Carolina Viggiano, que no pierde la esperanza de ganar el premio, está de vuelta por el PRI. Aunque muchos la daban por fuera del juego, su apuesta radica en aprovechar la decepción creciente en Morena. La audiencia, cansada de promesas incumplidas, gatopardismo y traiciones (porque los traidores de todos los partidos ya están en Morena), podría darle una segunda oportunidad al PRI, porque si algo hemos aprendido de este programa, es que en Hidalgo todo es posible.
Pero aquí viene el verdadero giro argumental: ¿respetará el actual gobierno la democracia, o actuará como el PRI de los setentas? En la pasada elección, Omar Fayad para salvar su pellejo no metió las manos en el proceso ¿Podrá este nuevo gobierno hacer lo mismo, o veremos cómo las órdenes desde la sala de control deciden quién es eliminado y quién llega a la final?
El Big Brother político hidalguense apenas comienza, y los próximos meses prometen ser un desfile de estrategias, traiciones y alianzas. Como siempre, el público tendrá la última palabra… o eso nos quieren hacer creer. ¡A votar! O, al menos, a disfrutar el show.