Julio Gálvez
La política hidalguense, ese maravilloso teatro donde los actores cambian de vestuario, pero el guion sigue siendo el mismo.
Estimado lector, si usted se toma la molestia de investigar quiénes son los dueños de los principales medios de comunicación en Hidalgo, descubrirá un curioso patrón: la mayoría son políticos o empresarios priistas. Figuras como Mario Vázquez Raña o aquellos políticos empresarios que amasaron su fortuna en las épocas doradas del priismo, no gracias al prestigio que un medio de comunicación debería tener por sus ideales y principios, sino por su cercanía con el poder y el dinero.
En Hidalgo, un grupo de políticos y empresarios corruptos, la ya famosa mafia del poder, se apropió del gobierno para engordar sus cuentas bancarias bajo la sombra protectora del PRI. Sin embargo, los tiempos cambian, y estos camaleones de la política no iban a quedarse atrás. Ahora, los vemos brincar del PRI a Morena, en una danza que ha dado lugar a la criatura conocida como PRIMOR.
¿Qué pasó con esos medios de comunicación que antaño defendían al PRI con uñas y dientes? Pues bien, ahora han encontrado un nuevo amo en Morena. Al fin y al cabo, cuando se carece de ideales y principios, lo único que importa es seguir el rastro del dinero. Esos mismos medios que alguna vez alabaron las “grandes” gestiones del PRI, ahora nos quieren convencer de las maravillas de Morena.
En este escenario hidalguense, ni los políticos ni los medios de comunicación actúan por convicción, sino por una sed insaciable de riqueza. La política aspiracionista hidalguense es un espectáculo donde muchos aspiran a trabajar para el gobierno, no para servir al pueblo, sino para robar y quedar impunes, siguiendo el brillante ejemplo de sus ídolos priistas.
Así es como en Hidalgo, la historia se repite una y otra vez, con diferentes colores pero los mismos vicios. Y aquí estamos, los espectadores de siempre, viendo cómo el show continúa, preguntándonos si alguna vez cambiará el guion.
La política hidalguense, ese maravilloso teatro donde los actores cambian de vestuario, pero el guion sigue siendo el mismo.
Estimado lector, si usted se toma la molestia de investigar quiénes son los dueños de los principales medios de comunicación en Hidalgo, descubrirá un curioso patrón: la mayoría son políticos o empresarios priistas. Figuras como Mario Vázquez Raña o aquellos políticos empresarios que amasaron su fortuna en las épocas doradas del priismo, no gracias al prestigio que un medio de comunicación debería tener por sus ideales y principios, sino por su cercanía con el poder y el dinero.
En Hidalgo, un grupo de políticos y empresarios corruptos, la ya famosa mafia del poder, se apropió del gobierno para engordar sus cuentas bancarias bajo la sombra protectora del PRI. Sin embargo, los tiempos cambian, y estos camaleones de la política no iban a quedarse atrás. Ahora, los vemos brincar del PRI a Morena, en una danza que ha dado lugar a la criatura conocida como PRIMOR.
¿Qué pasó con esos medios de comunicación que antaño defendían al PRI con uñas y dientes? Pues bien, ahora han encontrado un nuevo amo en Morena. Al fin y al cabo, cuando se carece de ideales y principios, lo único que importa es seguir el rastro del dinero. Esos mismos medios que alguna vez alabaron las “grandes” gestiones del PRI, ahora nos quieren convencer de las maravillas de Morena.
En este escenario hidalguense, ni los políticos ni los medios de comunicación actúan por convicción, sino por una sed insaciable de riqueza. La política aspiracionista hidalguense es un espectáculo donde muchos aspiran a trabajar para el gobierno, no para servir al pueblo, sino para robar y quedar impunes, siguiendo el brillante ejemplo de sus ídolos priistas.
Así es como en Hidalgo, la historia se repite una y otra vez, con diferentes colores pero los mismos vicios. Y aquí estamos, los espectadores de siempre, viendo cómo el show continúa, preguntándonos si alguna vez cambiará el guion.
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PD. Si analizamos, existe una diferencia entre PRI y Morena, ya que ahora en lugar de repartir despensas reparten pensiones, mientras los actores políticos siguen siendo los mismos. La única transformación real parece ser la del envoltorio; el contenido, lamentablemente, sigue siendo igual de rancio, como sucede en Pachuca, donde los aprendices de Fayad tienen a su favor medios de comunicación como Effeta.