#Opinión | Julio Gálvez
En Hidalgo, el efecto AMLO no se hizo esperar. Tanto así que,
si Morena hubiera postulado a un perro en las elecciones pasadas de presidentes municipales, probablemente habría ganado con una mayoría aplastante. Desde 2018, priistas y panistas se han infiltrado en Morena, como si de un club exclusivo se tratara. Omar Fayad, en un intento desesperado por salvar su pellejo de la desaparición de poderes propuesta a Monreal, entregó la gubernatura de Hidalgo.
Este acto de nobleza, lejos de ser un sacrificio, desató una ola de oportunistas que se lanzaron sobre Morena como aves de rapiña, aprovechando la coyuntura para conservar sus privilegios. Fayad, astuto como siempre, utilizó la situación para avasallar al partido de AMLO e introducir a su gente, asegurándose así un asiento en la nueva realidad política la 4T.
Dos semanas antes de la elección de gobernador, AMLO había ganado la revocación de mandato en Hidalgo con más de 400 mil votos. Menchaca, el nuevo mesías de Morena, consiguió 600 mil votos, es decir, 200 mil más que AMLO. Este milagro electoral no fue obra del azar, sino del apoyo del sindicato corrupto de maestros de Elba Esther Gordillo, además de la bendición de Osorio Chong y Omar Fayad. ¡Vaya equipo de ensueño!
Lo irónico del asunto es que
Morena no necesitaba de estos pactos con los priistas para ganar la gubernatura en Hidalgo. Ya tenían el triunfo en la bolsa. Pero, como siempre, el dinero y los intereses personales hablaron más fuerte. Los priistas no solo se infiltraron en Morena, sino que pagaron generosamente las candidaturas, haciendo millonarios a varios de la dirigencia estatal. Marco Rico, un fiel lacayo de Chong y la Mafia del Poder, fue uno de los grandes beneficiados de esta jugada maestra.
La estrategia del caballo de Troya fue clara: la mafia del poder hidalguense compró las voluntades de varios líderes morenistas para infiltrarse en Morena, como fue el caso de Simey Olvera, respaldada y apoyada por Fayad durante su administración.
Y así, los morenistas que permitieron la entrada de los expriistas se encuentran ahora en una situación paradójica: traicionados y rechazados por aquellos mismos priistas que ayudaron a mantener en el poder. La lección aquí es clara: en la política, como en la vida, no todos los que se presentan como aliados son lo que parecen. En Hidalgo, el PRIMOR no es más que una triste y sarcástica historia de traiciones y oportunismos.
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PD. Fayad compró a políticos morenistas sin ideales para infiltrarse en Morena Hidalgo. Así las bases de izquierda fueron discriminadas por los mismos de siempre, ya que los líderes de Morena que se vendieron a expriistas.