La Universidad de la Corrupción



El Legado de los Exgobernadores Priistas de Hidalgo

Jorge Montejo

En un lugar donde la prepotencia se eleva al nivel de virtud y los privilegios se consideran derechos de nacimiento, los exgobernadores priistas de Hidalgo han dejado un legado digno de estudio. Bienvenidos a la Universidad de la Corrupción, un centro educativo donde la matrícula se paga con favores y lealtades y la graduación garantiza una vida de impunidad y riqueza.

El primer curso que se ofrece es “Prepotencia 101”, un módulo esencial para cualquier aspirante a político hidalguense. Aquí, los alumnos aprenden el arte de la arrogancia, la habilidad de mirar por encima del hombro a los ciudadanos y tratar cualquier solicitud como una molestia personal. Porque, después de todo, ser político no es para servir a los demás, sino para ser servido.

Pero la verdadera joya de este plan de estudios es, sin duda, “Lamer Botas: Teoría y Práctica”. En este curso, se enseña que para escalar en la política no basta con ser competente o tener buenas ideas. No, lo realmente importante es encontrar las botas adecuadas para lamer. Los exgobernadores priistas han demostrado con creces que un buen lambiscón siempre tiene un lugar asegurado en la cima.

Y, ¿quién no querría ser parte de este glorioso club? Los jóvenes de Hidalgo no sueñan con ser médicos, ingenieros o emprendedores. Su verdadero anhelo es conseguir un puesto en el gobierno. No por vocación de servicio, claro está, sino porque han visto a sus ídolos, esos exgobernadores que han amasado fortunas a costa del erario público y, por supuesto, han quedado impunes. ¿Qué mejor motivación podría haber para los nuevos morensitas del PRIMOR?

Pero no todo es glamour en esta historia. Los políticos de Hidalgo han diseñado una economía de cuates similar a la de Venezuela, donde la dependencia del gobierno no es una consecuencia, sino una estrategia. Al controlar los sectores productivos del estado, como los taxis, las notarías, etc., aseguran que cualquier intento de libre mercado y competencia sea sofocado. La inversión privada es un enemigo a batir, porque un ciudadano independiente es un ciudadano incontrolable.

En conclusión, la política en Hidalgo no es más que una extensión del club de los amigos ricos y poderosos. Los jóvenes lo saben, y aspiran a ser parte de esta élite que no se molesta en ocultar su prepotencia y privilegios. Y mientras ellos sigan dominando, la verdadera corrupción no será castigada, sino enseñada y celebrada en su muy particular Universidad de la Corrupción.