Julio Gálvez
El triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en 2018 marcó un hito en la política mexicana, y uno de sus efectos más notables se sintió en el estado de Hidalgo. Con la llegada de la Cuarta Transformación, Hidalgo experimentó por primera vez una verdadera democracia en su Congreso. Sin embargo, este cambio no fue bien recibido por todos, especialmente por aquellos que se beneficiaban del antiguo régimen.
En esos tiempos, Omar Fayad, entonces gobernador de Hidalgo y miembro del Partido Revolucionario Institucional (PRI), reaccionó con una notable agresividad ante el cambio democrático. La llegada de Morena al poder legislativo del estado no fue vista con buenos ojos, y Fayad, en un intento por mantener su influencia, recurrió a métodos violentos, enviando a sus seguidores a amedrentar y agredir a diputados.
La invasión del poder ejecutivo en la esfera legislativa exigió la intervención de un abogado constitucionalista para defender la autonomía del Congreso. En medio de este ambiente de violencia y tensión política, el autor de este artículo redactó un documento para la desaparición de poderes, con el objetivo de desmantelar la hegemonía del PRI y su invasión gubernamental. Lamentablemente, en lugar de que se concretara la desaparición de poderes, Ricardo Monreal, optó por negociar con Omar Fayad, a quién de antemano sabíamos que le iba a ganar su ambición.
Para salvar su posición, Fayad accedió a entregar el control del gobierno de Hidalgo a Morena. Aunque esta maniobra parecía destinada a debilitar al PRI en el estado, también desencadenó una serie de eventos que comprometieron la pureza del movimiento de AMLO. Fayad y su equipo comenzaron a comprar la lealtad de diputados y actores políticos de Morena, infiltrando el movimiento con oportunistas y antiguos aliados del PRI. Un ejemplo claro de esta estrategia fue el respaldo que se otorgó a Simey Olvera y su grupo político, permitiendo que se infiltraran en Morena.
La traición no se limitó a Fayad. Decenas de morenistas, sin ideales firmes, se vendieron al secretario de gobierno Simón Vargas, quien se encargó de comprar voluntades dentro del partido en Hidalgo. En su intento por proteger su poder y privilegios, Fayad terminó traicionando a su propio partido, el PRI, aliándose con expriistas y expanistas para mantener su influencia en el gobierno de Menchaca.
La estrategia del caballo de Troya se implementó con éxito, desplazando a los verdaderos protagonistas del cambio en Hidalgo. Fayad y su red de aliados se apoderaron del movimiento de AMLO, subvirtiendo los ideales de la Cuarta Transformación. La gran interrogante que surge es si realmente era necesario pactar con priistas para lograr un cambio en Hidalgo en 2021, cuando fue el pueblo, harto de la corrupción del PRI, el que impulsó junto con AMLO el triunfo de Morena.
Ricardo Monreal, quien en su momento prometió “ni lo mismo ni los mismos”, terminó haciendo lo contrario, dejando una estela de decepción y cuestionamientos sobre la verdadera transformación en Hidalgo, en donde están demostrando que valen mas los acuerdos que el voto del pueblo.
Es crucial que los ciudadanos de Hidalgo no pierdan la esperanza en la democracia y continúen construyéndola activamente. Ahora, el verdadero poder reside en el voto de cada persona. Si Morena ha decepcionado y traicionado al pueblo a través de pactos políticos cuestionables, es fundamental que se le aplique un voto de castigo en las próximas elecciones. Además, debemos considerar seriamente la promoción de la revocación de mandato como una herramienta para exigir responsabilidad y transparencia a nuestros gobernantes. Solo así podremos asegurar un futuro donde la voz del pueblo realmente sea escuchada y respetada.
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Vemos a Fayad y a Monreal besándose en la foto.