Ricardo Montoya.
A causa de la crecida y desborde de la corriente del Río Amajac provocada por las incesantes y torrenciales lluvias que se han suscitado desde el pasado mes de julio, los vecinos de las localidades de Rancho Camelinas, Rancho Casablanca y otros caserios han quedado incomunicados del poblado de Quetzalapa, ubicado del otro lado y donde pasa la carretera que conduce hasta la cabecera del municipio de Jacala ubicado en el corazón de la Sierra Gorda de Hidalgo.
Serafín Salas Martínez de 71 años de edad, originario de Rancho Camelinas dijo que el problema se debe a la falta de un puente colgante peatonal que cruce el río.
Relató que cuando el Amajac se encuentra con bajo caudal, los vecinos, la mayoría de ellos que como él son campesinos, se organizan y con sus escasos recursos construyen un puente de madera el cual colocan con gran esfuerzo sobre el río para poderlo cruzar.
Sin embargo, por ser artesanal, construido con lazos y pedazos de madera, la fuerte corriente que hay cuando el caudal aumenta durante la época de lluvias, provoca que el puente sea arrastrado con gran fuerza por el agua, la cual incluso se desborda por las orillas.
Así, Rancho Camelinas, y Rancho Casablanca se quedan aislados por tres o cuatro meses, a veces hasta finales de octubre o inicios de noviembre.
En cuanto baja el caudal y cesan las lluvias,según don Serafín, vuelven a construir el pequeño puente.
Aunque los últimos dos años a causa de la sequía que se suscitó en Hidalgo y particularmente en la región de la Sierra Gorda, el río mantuvo sus niveles bajos de agua sin afectar al puente, las impetuosas y repentinas lluvias que comenzaron el pasado mes de julio y que aún prosiguen en lo que va de octubre, volvieron a destruir al pequeño puentecito.
Esta situación ha causado varias afectaciones, entre ellas la dificultad de llevar a las localidades incomunicadas alimentos, ropa y otras cosas que les hacen falta a los pobladores.
Para poder comer, los afectados recurren al poco maíz, frijol y otros alimentos que ellos cultivan en sus milpas y que almacenan en sus casas a lo largo del año precisamente para prevenir el que se puedan quedar incomunicados.
Don Serafín comentó que en la parte que quedó incomunicada, hay cientos de hectáreas de tierra de cultivo pertenecientes a campesinos que viven en Quetzalapa y que se ven imposibilitados de cosechar los productos que sembraron al no poder cruzar el río por lo que "se echan a perder".
Dijo que a su madre, Caritina Martínez Barrera, que según Serafín tiene 119 años de edad pero que aseguró en su acta de nacimiento aparece "con tan solo" 108 "porque mis abuelos la registraron ya grandecita", hace algunos años con ayuda de sus hijos y nietos tuvo que abandonar su casa ubicada en Rancho Camelinas e irse a vivir con otros familiares a Quetzalapa, porque en alguna ocasión en la que el se fue a trabajar en labores del campo a Estados Unidos, el río creció y ella junto con otros vecinos de la comunidad quedó incomunicada.
Esto aunado a que a los brigadistas encargados de vacunar contra el Covid 19 y otras enfermedades a personas de la tercera edad, se les facilita llegar a dónde hoy reside su madre.
Otro de los problemas que hay en la región es la falta de caminos y veredas que conduzcan de la orilla del río a las comunidades que se ubican del otro lado del cerro que se encuentra junto al Amajac.
LOS PELIGROSOS CALICANTOS.
Para sortear el cerro y llegar a las comunidades, los pobladores, entre ellos niños y personas de la tercera edad se ven obligados a caminar por cuatro o cinco horas sobre los estrechos bordes de los llamados calicantos, los cuales son extensas canaletas de piedra, cal y cemento de varios kilómetros que fueron construidos hace más de cien sobre los acantilados para desviar el agua del río Amajac y de las lluvias a los terrenos de cultivos, algunos de ellos situados en las lomas.
De acuerdo a la señora Lupe Hernández, otra de los vecinas , el caminar sobre los bordes de los calicantos es muy peligroso porque se encuentran sobre profundos acantilados, por lo que las personas que transitan por esos bordes corren el riesgo de morir al caer al precipicio, como ya ha ocurrido en varias ocasiones.
También de ser lesionadas por las rocas y piedras que caen de la parte superior de los cerros.
Explicó que cuando hay escasez de agua, se puede transitar por la parte acanalada de los calicantos, ya que se encuentran secos, pero en temporada de lluvias, cuando están llenos de agua no hay más remedio que caminar por los bordes.
Con las fuertes lluvias, el agua que se acumula en los calicantos se desborda, cubriendo de lodo los bordes por lo cual se tornan resbaladizos y aún más peligrosos.
Por esa razón además de la construcción del puente para cruzar el río Amajac, los vecinos de las comunidades afectadas piden también a las autoridades municipales, estatales y federales la construcción de caminos.
Los peligrosos calicantos o canaletas construidas hace un siglo en los acantilados de los cerros de Jacala son usadas por los pobladores para sortear los cerros para llegar a localidades lejanas ante la falta de caminos y veredas.