Jorge Montejo
¡Quién lo diría! Después de una temible “dictadura” de seis años y de reelegirse, AMLO ha decidido retirarse a su rancho “La Chingada”. No necesitó buscar empleo en una empresa de trenes en Estados Unidos, ni en energéticas españolas, ni mucho menos en mineras canadienses. No se fue a vivir la vida europea, ni anda dando discursos intrascendentes en la ONU o en alguna otra transnacional. No, él simplemente se fue al campo, rodeado de vegetación, disfrutando de la calma y del sonido de los pajaritos, viendo cómo pasa el tiempo sin ninguna preocupación.
Mientras otros ex presidentes se aferran a la vida pública y a sus jugosas pensiones, AMLO, sin un peso de pensión, está feliz con su conciencia tranquila. No le debe nada a nadie y vive con el cariño de millones de mexicanos que lo extrañan y lo recordarán como el presidente más humilde y justo de la historia contemporánea de México.
Así que, hasta siempre AMLO. Los hombres algún día se irán, pero los legados quedarán intactos y perpetuos para la eternidad. ¿Quién necesita más?