Julio Gálvez
En el complejo escenario de la geopolítica global, se vislumbran tres frentes de batalla donde colisionan, de forma directa e indirecta, el G-7 y la OTAN contra el bloque BRICS+, liderado militarmente por Rusia, China e Irán. La pugna entre estas alianzas emerge de forma clara en varios puntos estratégicos del planeta, configurando una disputa que va más allá de lo económico para penetrar en el ámbito político y militar.
En Medio Oriente, uno de los frentes más visibles, el reciente bombardeo de Israel sobre infraestructura financiera en Beirut, Líbano, destaca la intensidad de esta contienda. Israel, bajo el liderazgo de Benjamin Netanyahu, justifica el ataque alegando que Hezbollah utilizaba los edificios destruidos para almacenar fondos equivalentes a 100 millones de dólares, una cifra insignificante en comparación con la magnitud del conflicto global.
Este ataque, lejos de limitarse a los fines que menciona el gobierno israelí, parece ser un mensaje contundente de la anglósfera en respuesta a los intentos del BRICS+ de acelerar la desdolarización. En esta carrera, China avanza con mayor premura, buscando posicionar su petroyuan como alternativa al dólar, mientras que Rusia e India, aunque también respaldan esta transición, lo hacen de forma más pausada.
Este proceso subraya una creciente fragmentación económica, donde Beijing ha identificado a los “Cinco Ojos” (Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Australia y Nueva Zelanda), y algunos añaden a Israel, como un bloque que defiende férreamente la hegemonía del dólar y los intereses geopolíticos de Occidente.
En el marco de esta confrontación, la ciudad rusa de Kazán se convierte en el escenario de una cumbre crucial para el BRICS+.
En el salón internacional Expo, contiguo al aeropuerto, Vladímir Putin se erige como anfitrión de gala, al recibir a líderes de alto nivel para sostener hasta 17 reuniones bilaterales. Entre sus interlocutores se encuentran Narendra Modi, de India, y Xi Jinping, de China, cuya llegada anticipada y su presentación ante el Ejército de Liberación Popular en uniforme militar subrayan la seriedad con la que Beijing asume esta cumbre.
Xi alienta a sus fuerzas a estar preparadas para la guerra, recordando al mundo que China no tomará a la ligera ninguna amenaza contra su soberanía ni sus aspiraciones en torno a la isla de Taiwán. En esta cumbre, el bloque BRICS+ enfoca sus esfuerzos en avanzar en la desdolarización, estrategia que percibe como un paso clave en una guerra económica multidimensional contra las sanciones unilaterales impuestas por la anglósfera y el G-7.
Sin embargo, esta coalición es geoeconómica, no militar, y es en esta diferencia donde surgen matices y distancias entre sus miembros. Mientras Rusia y China mantienen una postura unida y confrontativa, Brasil e India muestran ciertas divergencias debido a sus estrechos lazos financieros con la anglósfera. La reciente ausencia del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, tras sufrir su segundo accidente doméstico en un mes, plantea interrogantes sobre su compromiso en este momento crucial para el BRICS+.
En América Latina, la posible inclusión de Venezuela y Bolivia en el BRICS+ refuerza la estrategia de esta coalición para expandir su influencia en los sectores de recursos energéticos y alimentarios. Venezuela, con una de las mayores reservas de petróleo del mundo, y Bolivia, que posee vastos recursos de litio, consolidarían al bloque en un ámbito geoeconómico que, a nivel mundial, resulta cada vez más estratégico.
En el ámbito de Medio Oriente, la influencia del BRICS+ podría fortalecerse con la incorporación de Turquía, un hecho paradójico dado que este país es miembro de la OTAN. La diplomacia desplegada por Mohammed bin Salman, príncipe heredero de Arabia Saudita, y Mohammed bin Zayed, presidente de Emiratos Árabes Unidos, en sus reuniones con Putin subraya el papel crucial que juegan los recursos energéticos en esta geopolítica del Sur Global.
En particular, las monarquías petroleras del golfo Pérsico se perfilan como actores fundamentales en la creación de una nueva divisa del BRICS+, que podría denominarse petro-BRICS o agro-BRICS. Esta moneda tendría como objetivo debilitar la hegemonía del dólar y abrir un nuevo frente económico, especialmente ante las próximas elecciones en Estados Unidos el 5 de noviembre. Sin importar quién resulte ganador en esos comicios, los recientes movimientos internacionales dejan en claro que el BRICS+ es ya una fuerza imparable en el escenario global.