Jorge Montejo
Ah, el segundo informe de gobierno de Julio Menchaca, un evento que prometía ser una gran demostración de la transformación en Hidalgo pero que terminó siendo un espectáculo digno de reality show. Sin la presencia de figuras importantes de la Cuarta Transformación y, en especial, del equipo cercano de Claudia Sheinbaum, queda claro que hasta en la 4T ya se dieron cuenta del "gatopardismo" que reina en el PRIMOR hidalguense.
El foro estaba repleto de burócratas, acarreados y barberos políticos, evocando los viejos tiempos del PRI. La escena era tan familiar que uno podría haber esperado ver dinosaurios paseándose entre la multitud. Era como un viaje en el tiempo, donde los abucheos se evitaban cuidadosamente para no romper la ilusión de apoyo incondicional.
El presidente AMLO, en su infinita sabiduría, decidió enviar como su representante personal a la mediocre secretaria de Educación Pública, Leticia Ramírez Amaya. Un gesto que se sintió más como una broma pesada que como un respaldo genuino. La presencia de Ramírez Amaya fue tan insignificante que es como si no hubiera mandado a nadie.
Después de dos años de gobierno, lo que queda claro es que no hay proyecto, ni dirección, ni rumbo en el gobierno de Menchaca. La falta de conocimiento sobre las verdaderas raíces de la Cuarta Transformación es evidente. Ex priistas improvisados y oportunistas que se disfrazaron de morenistas para aprovechar la ola de cambio. Pero la máscara no esconde la falta de visión y compromiso genuino con los ideales de la 4T.
Menchaca ganó gracias al presidente AMLO y, como buen político de la vieja guardia, pactó con los mismos de siempre. La alianza con los actores tradicionales de la política hidalguense es una jugada maestra del gatopardismo: cambiar algo para que nada cambie. Así, la simulación continúa y los mismos intereses siguen en el poder, mientras los ciudadanos siguen esperando una verdadera transformación.
La continuidad de los viejos vicios y prácticas políticas es una burla a los ideales de la Cuarta Transformación, demostrando que la renovación es solo una fachada.
Como era de esperarse, solo los medios chayoteros cubrieron el evento, aquellos que siempre están listos para aplaudir al poder sin importar la calidad de la gestión. Estos medios, conocidos por su complacencia y falta de crítica, fueron los únicos interesados en difundir un informe que, para la mayoría, no es más que una farsa bien orquestada.
En resumen, el segundo informe de Julio Menchaca fue un recordatorio de que, en Hidalgo, la política sigue siendo un juego de apariencias y conveniencias, donde los verdaderos intereses del pueblo quedan relegados a un segundo plano. Mientras tanto, los ciudadanos observan con escepticismo y desencanto cómo se repite la historia de siempre, esta vez bajo un nuevo disfraz.
El foro estaba repleto de burócratas, acarreados y barberos políticos, evocando los viejos tiempos del PRI. La escena era tan familiar que uno podría haber esperado ver dinosaurios paseándose entre la multitud. Era como un viaje en el tiempo, donde los abucheos se evitaban cuidadosamente para no romper la ilusión de apoyo incondicional.
El presidente AMLO, en su infinita sabiduría, decidió enviar como su representante personal a la mediocre secretaria de Educación Pública, Leticia Ramírez Amaya. Un gesto que se sintió más como una broma pesada que como un respaldo genuino. La presencia de Ramírez Amaya fue tan insignificante que es como si no hubiera mandado a nadie.
Después de dos años de gobierno, lo que queda claro es que no hay proyecto, ni dirección, ni rumbo en el gobierno de Menchaca. La falta de conocimiento sobre las verdaderas raíces de la Cuarta Transformación es evidente. Ex priistas improvisados y oportunistas que se disfrazaron de morenistas para aprovechar la ola de cambio. Pero la máscara no esconde la falta de visión y compromiso genuino con los ideales de la 4T.
Menchaca ganó gracias al presidente AMLO y, como buen político de la vieja guardia, pactó con los mismos de siempre. La alianza con los actores tradicionales de la política hidalguense es una jugada maestra del gatopardismo: cambiar algo para que nada cambie. Así, la simulación continúa y los mismos intereses siguen en el poder, mientras los ciudadanos siguen esperando una verdadera transformación.
La continuidad de los viejos vicios y prácticas políticas es una burla a los ideales de la Cuarta Transformación, demostrando que la renovación es solo una fachada.
Como era de esperarse, solo los medios chayoteros cubrieron el evento, aquellos que siempre están listos para aplaudir al poder sin importar la calidad de la gestión. Estos medios, conocidos por su complacencia y falta de crítica, fueron los únicos interesados en difundir un informe que, para la mayoría, no es más que una farsa bien orquestada.
En resumen, el segundo informe de Julio Menchaca fue un recordatorio de que, en Hidalgo, la política sigue siendo un juego de apariencias y conveniencias, donde los verdaderos intereses del pueblo quedan relegados a un segundo plano. Mientras tanto, los ciudadanos observan con escepticismo y desencanto cómo se repite la historia de siempre, esta vez bajo un nuevo disfraz.
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PD. Seguramente al informe de AMLO fueron Salinas y Zedillo 😂
