Chapulines y barberos: La transformación de Morena en Hidalgo



Jorge Montejo

¡Ah, qué momento tan glorioso en la historia política de Hidalgo! La nueva legislatura del Congreso de la Unión y el Senado ha entrado en funciones, y con ella, una hornada de chapulines recién purificados en las aguas sagradas de Morena. Estos incansables servidores del pueblo, que ayer juraban lealtad al PRI, PAN, PES, PANAL y PRD, hoy se han convertido, milagrosamente, en los más fervientes seguidores de la Cuarta Transformación.

Estos expertos en el arte de "levantar la mano" sin el menor asomo de conocimiento en derecho, están listos para poner a disposición su vasta ignorancia en temas legislativos. Claro, porque para qué necesitamos gente preparada cuando tenemos a los mejores barberos del estado, quienes han pulido sus habilidades en el fino arte de hacer la barba a Menchaca, logrando así su ansiado ascenso al Olimpo de los privilegios gubernamentales.

La política hidalguense nunca había visto tal despliegue de habilidades de barbería. Ya no es cuestión de capacidad técnica o mérito; el avance en el gobierno de Menchaca se mide por la cantidad de elogios vacíos y reverencias que estos nuevos priistas reconvertidos a Morena pueden hacer en un solo día. Como en los buenos tiempos del PRI de los 70, la clave del éxito político en Hidalgo es, sin duda, saber lamer botas con destreza.

Y mientras tanto, los verdaderos defensores de la izquierda, aquellos que se negaron a participar en esta farsa, se quedan fuera, viendo cómo los juniors priistas ocupan los puestos que les corresponden. Porque en el nuevo gobierno de Morena en Hidalgo, está claro que la barbería es el camino más seguro hacia el éxito. ¡Que vivan los nuevos tiempos, donde lo único que importa es la maestría en la adulación!