Jorge Montejo
En una voltereta, Tomás Zerón, prófugo de la justicia, ha roto el silencio en su reciente testimonio, implicando al expresidente Enrique Peña Nieto en la creación de la narrativa conocida como la "Verdad Histórica" sobre la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.
Su revelación no solo pone en entredicho la versión oficial que defendió Peña Nieto durante su mandato, sino que también destapa las complejidades y luchas de poder al interior de su gabinete.
En aquellos días, el entonces secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, buscaba posicionarse como el sucesor natural de Peña Nieto en la presidencia de la república. Sin embargo, las facultades legales para coordinar acciones de las fuerzas armadas y las dependencias del gobierno en materia de seguridad y seguridad interior recaían en Osorio Chong, no en la Procuraduría General de la República (PGR), dirigida en ese momento por Jesús Murillo Karam.
El testimonio de Zerón introduce una nueva línea interesante: mientras Peña Nieto supuestamente construía la "Verdad Histórica", Osorio Chong, por otro lado permitió la entrada de un Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para revisar el caso. Lo que inicialmente parecía un gesto de transparencia por parte de Osorio Chong, terminó cuestionando profundamente la versión sostenida por Murillo Karam. Sin embargo, en lugar de involucrar a Peña Nieto o a Osorio Chong, la responsabilidad recayó exclusivamente en Murillo Karam, exgobernador de Hidalgo.
Osorio Chong, en su calidad de secretario de Gobernación, se reunió con los integrantes del GIEI, mostrando un compromiso con la verdad y la justicia. Durante este encuentro, se destacaron los avances en la investigación y el apoyo del Gobierno de la República para el adecuado desarrollo de los trabajos del grupo. Sin embargo, las acciones del GIEI, que pusieron en duda la "Verdad Histórica", no llevaron a una revisión crítica de las decisiones y responsabilidades de Peña Nieto o de Osorio Chong, sino que se centraron en Murillo Karam.
Este desenlace plantea serias preguntas sobre la dinámica del poder en el gobierno de Peña Nieto y la manera en que las responsabilidades fueron distribuidas o desviadas. ¿Hasta qué punto Osorio Chong, con las facultades que tenía sobre la seguridad interior, estuvo involucrado en la desaparición de los 43 estudiantes? ¿Y por qué, si permitió la entrada de un grupo que cuestionó la "Verdad Histórica", él no fue objeto de escrutinio? Estas interrogantes permanecen sin respuesta, en un caso que sigue siendo una herida abierta en la conciencia nacional.
En aquellos días, el entonces secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, buscaba posicionarse como el sucesor natural de Peña Nieto en la presidencia de la república. Sin embargo, las facultades legales para coordinar acciones de las fuerzas armadas y las dependencias del gobierno en materia de seguridad y seguridad interior recaían en Osorio Chong, no en la Procuraduría General de la República (PGR), dirigida en ese momento por Jesús Murillo Karam.
El testimonio de Zerón introduce una nueva línea interesante: mientras Peña Nieto supuestamente construía la "Verdad Histórica", Osorio Chong, por otro lado permitió la entrada de un Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para revisar el caso. Lo que inicialmente parecía un gesto de transparencia por parte de Osorio Chong, terminó cuestionando profundamente la versión sostenida por Murillo Karam. Sin embargo, en lugar de involucrar a Peña Nieto o a Osorio Chong, la responsabilidad recayó exclusivamente en Murillo Karam, exgobernador de Hidalgo.
Osorio Chong, en su calidad de secretario de Gobernación, se reunió con los integrantes del GIEI, mostrando un compromiso con la verdad y la justicia. Durante este encuentro, se destacaron los avances en la investigación y el apoyo del Gobierno de la República para el adecuado desarrollo de los trabajos del grupo. Sin embargo, las acciones del GIEI, que pusieron en duda la "Verdad Histórica", no llevaron a una revisión crítica de las decisiones y responsabilidades de Peña Nieto o de Osorio Chong, sino que se centraron en Murillo Karam.
Este desenlace plantea serias preguntas sobre la dinámica del poder en el gobierno de Peña Nieto y la manera en que las responsabilidades fueron distribuidas o desviadas. ¿Hasta qué punto Osorio Chong, con las facultades que tenía sobre la seguridad interior, estuvo involucrado en la desaparición de los 43 estudiantes? ¿Y por qué, si permitió la entrada de un grupo que cuestionó la "Verdad Histórica", él no fue objeto de escrutinio? Estas interrogantes permanecen sin respuesta, en un caso que sigue siendo una herida abierta en la conciencia nacional.
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PD. Luego luego sale su fiel escudero Quadrantin, a defender a Chong, puede usted entrar a la página del medio y comprobarlo con sus propios ojos.