#Opinión | Jorge Montejo
En el gran escenario de la política hidalguense, donde la lucha por los derechos suele ser una farsa y la justicia social una mera actuación, nos encontramos con un personaje digno de una tragicomedia: el diputado Ángel Tenorio. Este insigne paladín de Morena, encargado de llevar la agenda LGBT+ de la 4T, parece estar más interesado en rodearse de activistas de dudosa procedencia que en promover auténticamente los derechos que dice defender.
Porque claro, ¿qué mejor manera de abanderar la causa LGBT+ que aliarse con activistas que más bien parecen ser resucitados del pasado priista de Francisco Olvera? ¡Vaya salto generacional! Mientras tanto, los verdaderos luchadores sociales, aquellos que han batallado en serio por la democracia y la equidad en Hidalgo, son invisibilizados o, peor aún, reprimidos por el gobierno que, paradójicamente, se autodenomina de izquierda.
La ironía es tan profunda como ridícula. La clase política fifí, esa que siempre ha tenido la habilidad camaleónica de adaptarse al color del partido en el poder, ahora se viste de guinda para conservar sus privilegios. Nos quieren vender la idea de que son la verdadera 4T, pero el pueblo no es tonto (aunque ellos parecieran creer que sí). Saben perfectamente que, detrás de la retórica revolucionaria, lo que se esconde es el mismo oportunismo de siempre, solo que ahora con un toque de arcoíris.
En lugar de promover los derechos de la gente, lo que en realidad defienden es el estatus quo de las élites. Claro, es fácil ponerse la camiseta de la 4T cuando lo único que se busca es seguir en la nómina. Y así, mientras nos presentan luchadores sociales de pacotilla, que jamás han alzado la voz contra las injusticias del PRI y que hoy reniegan de su pasado servil, pretenden convencernos de que la transformación está en marcha.
Pero no nos engañemos, lo que está en marcha es la continuidad disfrazada. El sueño dorado de muchos de estos políticos es ser como los de la era de Omar Fayad: intocables, privilegiados y eternamente en el poder. Así que no, diputado Tenorio, no nos trague el cuento. Si de verdad quiere abanderar una causa justa, comience por rodearse de quienes han luchado de verdad, y no de los que ahora se suben al tren de la 4T porque es lo que conviene. Porque al final del día, la lucha por los derechos no es un desfile de modas políticas, sino una batalla que merece ser peleada con convicción y autenticidad.
Hace apenas tres años, Ángel Tenorio llegó al Congreso de Hidalgo gracias a una acción afirmativa por diversidad de género, después de impugnar ante la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) la decisión de la Sala Regional Toluca, que en aquel entonces le tocaba a Hidalgo, de no avalar su diputación plurinominal. Sin embargo, una vez en el cargo, no movió un dedo para impulsar la creación de una comisión de diversidad de género en el Congreso, tal como se lo pedía la comunidad LGBT+.
En cambio, con la complicidad de diputadas de Morena y del PRI—hoy ya de Morena—como Érika Rodríguez, Ángel Tenorio se impuso como presidente de la Comisión de Igualdad de Género, una comisión destinada a garantizar la participación de las mujeres en diversos cargos públicos. Esta comisión, por su naturaleza, siempre había sido presidida por mujeres, ya que fueron colectivos feministas quienes lograron que fuera integrada en el Poder Legislativo local. Pero eso no le importó a Tenorio, quien se convirtió en el primer hombre en presidirla, desplazando así a una mujer a quien, por tradición y por mérito, le correspondía ocupar ese cargo.
En otras palabras, con su imposición violó la esencia y objetivo de esa comisión. Paradójicamente, y tal como se mencionó anteriormente, no hizo nada para la creación de una comisión de diversidad de género, que de haber sido creada, habría garantizado más curules para la comunidad LGTBI e incluso podría haber impulsado al órgano electoral a ordenar a los partidos políticos postular a más candidatos de esa comunidad. Pero Tenorio, en lugar de abanderar la causa que lo llevó al poder, prefirió juntarse con sus ídolos priistas.