Julio Gálvez
En el complejo escenario político de Estados Unidos, el uso de tácticas para manipular a las masas no es un fenómeno nuevo. La Doctrina del Shock, conceptualizada por Naomi Klein, sostiene que los gobiernos y las élites de poder utilizan crisis y catástrofes para imponer medidas impopulares y ejercer control sobre la población. En este contexto, el reciente atentado fallido contra el expresidente Donald Trump puede interpretarse como un episodio más en este prolongado reality show de manipulación y control.
El año pasado, Rick Wilson, un conocido político anti-Trump y comentarista de CNN y MSNBC, hizo declaraciones polémicas exhortando al asesinato de Trump, alegando que "ya estaba escrito en el muro". Estas declaraciones, junto con la incitación a la "violencia física" contra Trump por parte del autodenominado intelectual Krauze Kleinbort, vinculado a los Rothschild y a George Soros, muestran una clara disposición a usar el miedo y la violencia como herramientas políticas.
La conexión entre el atentado y el poderoso banco de inversiones BlackRock, que maneja 12.5 billones de dólares, agrega otra capa de complejidad. Thomas Matthew Crooks, el tirador, tenía nexos publicitarios con BlackRock, lo cual ha sido borrado rápidamente de la memoria pública, probablemente para evitar mayores implicaciones. BlackRock, con inversiones significativas en Ucrania junto con JPMorgan Chase, está profundamente implicado en la dinámica geopolítica que podría verse afectada por un resurgimiento de Trump en el poder.
El "Estado volátil" de Pensilvania, gobernado por el demócrata Joshua Shapiro, íntimo de Alexander Soros, hijo de George Soros, es otro actor clave en esta narrativa. Las opulentas inversiones de BlackRock y JPMorgan en Ucrania sugieren un fuerte interés en mantener una cierta dirección política y económica que podría estar en peligro con un posible retorno de Trump.
La visita de Viktor Orban, primer ministro húngaro y conocido opositor de George Soros, a Trump en Mar-a-Lago, poco antes del atentado fallido, también se destaca. Orban, junto con otros líderes como Robert Fico de Eslovaquia, ha sido objeto de intentos de asesinato debido a sus posiciones pacifistas respecto a la guerra en Ucrania. Estos intentos sugieren una creciente intolerancia hacia cualquier oposición a la escalada militar, lo cual resuena con la narrativa de manipulación mediante el shock descrita por Klein.
La grave acusación del legislador republicano Mike Waltz sobre el papel del secretario de Seguridad Interior, Alejandro Mayorkas, en las "deficiencias" de protección a Trump, añade otra dimensión a esta historia. La renuncia de Kimberly Cheatle, directora del Servicio Secreto, ha sido exigida por el grupo de Trump, señalando un posible fallo en el aparato de seguridad que debería proteger a los candidatos presidenciales.
En resumen,
el atentado contra Trump y los eventos que lo rodean ilustran cómo la Doctrina del Shock puede ser empleada para manipular a la opinión pública y consolidar el poder. A través de la inducción de temor y la distracción de las verdaderas intenciones, las élites pueden moldear el escenario político y económico a su favor. La selección inesperada de J.D. Vance como candidato a la vicepresidencia junto a Trump, un fuerte opositor del apoyo de Biden a Ucrania, sugiere que la batalla por el control y la dirección de Estados Unidos está lejos de terminar.
Este episodio, como muchos otros en la política estadounidense, demuestra cómo los eventos traumáticos y las crisis como el atentado del 11 de septiembre en Nueva York, se convierten en herramientas para la manipulación y el control, siguiendo un guion que, aunque aparentemente caótico, sigue patrones previsibles en su búsqueda de dominación.
Las Sombras de la Doctrina del ShockLa Doctrina del Shock, ampliamente documentada por Naomi Klein, describe un patrón inquietante en el que las élites aprovechan momentos de crisis para implementar políticas que de otro modo serían impopulares. En el contexto del atentado contra Trump, esta teoría cobra relevancia. Los eventos que rodean este incidente no son meros episodios aislados, sino partes de una estrategia más amplia de manipulación y control.
Rick Wilson y Krauze Kleinbort, ambos con conexiones a figuras poderosas como los Clinton, George Soros y los Rothschild, parecen jugar un papel en este juego de manipulación. Sus declaraciones incendiarias y sus vínculos con instituciones financieras y medios de comunicación sugieren una campaña orquestada para mantener el control sobre la narrativa pública.
La intervención de BlackRock en este drama no es accidental.
Con un control masivo sobre recursos financieros y una influencia significativa en la política global, la empresa representa los intereses de una élite que busca mantener el statu quo. La conexión de Crooks con BlackRock y la rápida eliminación de cualquier evidencia de este vínculo subrayan la capacidad de estas instituciones para manipular la información y proteger sus intereses.
Joshua Shapiro, como gobernador de Pensilvania, representa a una nueva generación de políticos alineados con la agenda globalista. Sus conexiones con los Soros y su papel en un estado clave para las elecciones presidenciales subrayan la importancia estratégica de mantener el control en regiones volátiles.
La visita de Viktor Orban a Trump justo antes del atentado destaca la creciente resistencia a la agenda globalista. Orban, conocido por su postura anti-Soros, representa una amenaza para los intereses establecidos, y su intento de asesinato refleja la gravedad de esta oposición.
La Doctrina del Shock no solo se trata de manipulación, sino también de eliminar amenazas a la hegemonía de las élites. Los intentos de asesinato contra líderes que se oponen a la escalada militar en Ucrania, como Orban y Fico, indican una estrategia clara para silenciar cualquier disidencia y mantener el control.
El Futuro de la Manipulación MasivaEl atentado fallido contra Trump no es solo un episodio más en la política estadounidense; es un recordatorio de cómo las élites utilizan el miedo y la crisis para manipular a las masas. La Doctrina del Shock, como se ve en este caso, sigue siendo una herramienta poderosa para aquellos que buscan mantener el control sobre la narrativa y el poder.
La inclusión de J.D. Vance como candidato a la vicepresidencia junto a Trump sugiere un cambio potencial en la dinámica política. Vance, con su postura anti-intervencionista en Ucrania, representa una desviación de la agenda globalista y una amenaza a los intereses establecidos.
La batalla por el control de Estados Unidos, y por extensión del orden mundial, está lejos de terminar. A medida que las élites continúan utilizando tácticas de shock para manipular a las masas,
es crucial estar atentos a las verdaderas intenciones detrás de los eventos traumáticos. Solo a través de una comprensión clara y crítica de estos patrones podremos resistir la manipulación y luchar por un futuro más transparente y justo.
Este artículo busca desenmascarar las sombras detrás del atentado contra Trump, ofreciendo una mirada crítica a cómo
la Doctrina del Shock sigue siendo utilizada para moldear la realidad política y económica a favor de las élites. En un mundo donde la información y la desinformación están en constante lucha, la búsqueda de la verdad se convierte en un acto de resistencia.