El Beso de Fayad.



Julio Gálvez.

En un acto digno de una telenovela política, Omar Fayad entregó la gubernatura de Hidalgo a Ricardo Monreal, en lo que fue una desesperada movida para salvar su pellejo y conservar los privilegios obtenidos durante las épocas de corrupción del PRI. Todo comenzó con un documento de desaparición de poderes, después de que Fayad invadiera las esferas del poder legislativo con su ejército de vándalos y porros priistas.

Al verse acorralado y sin salida, Fayad no tuvo reparos en traicionar al PRI, su partido de siempre, y para disimular su traición, se sacó de la manga el Grupo Plural Independiente, conocido en las cloacas de gobierno como GPI. Con esta maniobra, el astuto Fayad intentó dejar fuera a la izquierda de los acuerdos políticos, allanando el camino para entregar la gubernatura de Hidalgo a Morena.

Incluso, en una conversación que tuvo el suscriptor de este artículo con el anterior coordinador de comunicación social, debido a un meme de Nuevo Gráfico que mostraba a Fayad en falda y camiseta de Superman intentando salvar a Hidalgo del COVID, se le dejó claro al funcionario que Fayad intentaba allanar el terreno para Morena. La respuesta, claro, fue una evasiva y una muestra más de cómo el exgobernador orquestaba todo para mantener el control y sus privilegios.

Pero la astucia de Fayad no se quedó ahí. Con acuerdos planchados con caciques y medios de comunicación, se aseguró de impedir el avance de la izquierda en Hidalgo, engañando a la gente con priistas disfrazados de morenistas, y comprando diputados y miembros de la 4T a diestra y siniestra. Todo mientras financiaba a Latinus, ese medio cuyo único objetivo parece ser golpear al presidente AMLO.

Hoy, muchos de esos miembros del grupo plural independiente han buscado saltar a Morena, siguiendo el ejemplo de su líder, siempre listo para cambiar de bando con tal de mantenerse a flote y conservar sus privilegios. Fayad, con su traición maestra, ha demostrado que el beso de Judas, en comparación, se queda corto.

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Pd. Con este escenario, queda demostrado que la política en Hidalgo no es más que una simulación, una puesta en escena en la que la ciudadanía vive engañada, creyendo que su voto realmente elige a sus gobernantes. Es urgente que despertemos y luchemos por una democracia real, donde todos tengamos las mismas oportunidades y no solo unos cuantos privilegiados e influyentes. Solo así podremos construir un sistema verdaderamente justo y equitativo, en el que el poder no se concentre en las manos de unos pocos, sino que sea una verdadera representación de la voluntad popular.