La democracia debe seguir avanzando en Hidalgo.


#Opinión | Julio Gálvez

En Hidalgo, el ideal del neoliberalismo se ha distorsionado en una forma de corrupción conocida como "capitalismo de cuates". Este fenómeno describe cómo un grupo selecto de políticos se ha apoderado del gobierno, amasando fortunas personales al amparo del poder. Utilizando empresarios y prestanombres corruptos, han creado un sistema que beneficia a unos pocos a expensas de la mayoría.

El año 2018 marcó un cambio democrático en Hidalgo con el triunfo de AMLO, instaurándose por primera vez un congreso democrático en esta entidad federativa. Ante esta situación, el entonces priísta Omar Fayad avasalló el poder legislativo, lo que llevó a la presentación de un documento de desaparición de poderes. Ricardo Monreal utilizó este documento para negociar con Fayad la entrega de la gubernatura a Morena, y, con el fin de salvar su propia posición, el exgobernador traicionó al PRI. Esta maniobra desató una ola de oportunismo en Hidalgo, perpetuando la corrupción bajo una nueva fachada.

En 2022, después de 94 años ininterrumpidos de gobiernos priistas, las fuerzas de izquierda se alinearon con Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Morena para evitar una división similar a la de Coahuila, que había permitido la victoria del PRI. Este esfuerzo por la unidad se reflejó en la revocación de mandato de AMLO, que obtuvo 400 mil votos en Hidalgo, y en la elección de gobernador, donde Julio Menchaca triunfó con 600 mil votos, sólo 200 mil más que el ejercicio presidencial. Este resultado demostró la influencia de la figura presidencial en el ánimo de los hidalguenses.

No obstante, el cambio social profundo requiere tiempo. A pesar del cambio democrático, la mafia del poder y el grupo político de Omar Fayad, así como el de Osorio Chong, ha utilizado el gatopardismo - el arte de cambiar todo para que nada cambie - para conservar sus privilegios. Los viejos actores del régimen priista han encontrado formas de mantener su influencia en el nuevo gobierno de Morena, preservando sus beneficios y estructuras de poder, a través de empresarios y prestanombres como Juan Carlos Martínez que influyó en el otorgamiento de distintas candidaturas. 

Hidalgo se encuentra ahora en un momento crítico, enfrentando los fantasmas de una democracia incompleta. Como describió Antonio Gramsci, estamos en una etapa donde "lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer". Las elecciones de 2024 representan una oportunidad para que el pueblo de Hidalgo impulse un verdadero cambio de paradigma. Es crucial que la rueda de la democracia siga girando y que el voto del pueblo sea valorado.

El desafío para Hidalgo es claro: trascender el capitalismo de cuates y el gatopardismo para construir una democracia auténtica, donde el poder se ejerza en beneficio de todos y no de unos pocos privilegiados. La elección de 2024 puede ser el momento decisivo para que muchos oportunistas y traidores pierdan en su intento de preservar sus privilegios, generando que el anhelo de justicia y equidad finalmente se haga realidad en el estado, ya que ahora el pueblo manda.