"La Casa Orgánica"Javier Senosiain.


La idea embrionaria del proyecto tomaba su símil de una cáscara de cacahuate: dos amplios espacios ovales con mucha luz, unidos por un espacio en penumbras bajo y estrecho. 

Esta propuesta surgió con base en los requerimientos de las funciones elementales del hombre: un espacio para convivir, con estancia, comedor y cocina y otro para dormir, con vestidor y baño. 

El concepto primigenio se define en dos grandes espacios: uno diurno y otro nocturno, buscando la sensación de que en el interior la persona se adentrara en la tierra, que fuese consciente de la singularidad de este espacio sin perder la integración con las áreas verdes del exterior.

En el proceso de construcción se requería conseguir la continuidad que marcaba el diseño. Para ello se utilizó un material moldeable que permitiría un juego similar al de la plastilina en las maquetas. Aunado a este requisito de plasticidad, era evidente que al tratarse de una casa, el material debía cumplir con requerimientos que lo llevaran más allá de la masa escultórica. 

La pesquisa se inició y al poco tiempo no quedaba la menor duda: el ferrocemento era la respuesta adecuada. Se empezó a colocar el armado del ferrocemento sobre la plantilla que parecía una pista para patinetas, conformando la envolvente con un esqueleto metálico, en el cual las varillas se dispusieron en forma de anillos, cambiando la altura de acuerdo con el espacio. A continuación, las varillas se fueron enrollando en espiral. 

Al término del armazón se fijaron dos mallas de gallinero trenzadas entre sí, para después lanzar el concreto. Después, la cubierta se revistió con una capa de ¾ de pulgada de poliuretano espreado, que sirve como aislante e impermeabilizante.