#Opinión | Julio Gálvez.
Con el triunfo aplastante de Julio Menchaca en 2022, se presenció un fenómeno preocupante: la infiltración de la llamada "mafia del poder" en Morena, disfrazada de guinda. Esta estrategia, diseñada para preservar los privilegios y el status quo de un grupo que ha dominado la política en Hidalgo por décadas, se materializó a través del apoyo a Menchaca rumbo a la gubernatura.
Natividad Castrejón, coordinador de la campaña de Menchaca y Marco Rico, presidente de Morena, fueron figuras clave en esta maniobra. A través de Castrejón (desde la campaña) y Rico, se cerraron las puertas para la izquierda y se facilitó la infiltración del grupo de Osorio Chong en Morena, utilizando negociaciones que se gestaron desde el senado. Este movimiento tuvo como objetivo preservar la estructura de poder y evitar el cambio democrático y social que se vislumbraba como inevitable en Hidalgo. En efecto, se infiltraron en Morena como caballos de Troya, asegurándose de que los antiguos intereses permanecieran inalterados bajo una nueva bandera política.
En Hidalgo, vivimos tiempos donde los ideales políticos y los valores son sacrificados por intereses personales y la ambición de obtener puestos en el gobierno. En una sociedad con escasa inversión y una dependencia crítica del gobierno como fuente principal de ingresos, esta dinámica es conveniente para la mafia del poder, ya que le permite mantener el control sobre la población, que depende en gran medida de los favores gubernamentales.
Este contexto político y mediático resalta la necesidad imperante de mantener firmes los principios éticos y evitar prácticas que comprometan la integridad de la información. En Hidalgo, hemos visto una transformación palpable de los medios de comunicación, que antes parecían estar al servicio del PRI y ahora muestran una inclinación abierta por hablar favorablemente del gobierno de Morena. Este cambio, lejos de reflejar una evolución ideológica genuina, plantea serios cuestionamientos sobre la coherencia y ética en el periodismo.
Quienes actúan con ideales en los medios de comunicación y en la política priorizan principios y valores como base fundamental. Este enfoque implica un compromiso con la verdad, la imparcialidad y el servicio a la sociedad. En contraste, cuando los intereses individuales se anteponen, tanto en la política como en los medios, se abren puertas a prácticas cuestionables que pueden socavar la confianza del pueblo y corromper el sistema, prevaleciendo la búsqueda del dinero sobre el bienestar colectivo.
El caso de Hidalgo ilustra cómo, bajo el manto del capitalismo de cuates, un grupo de políticos conservadores ha mantenido el control del gobierno, enriqueciendo a empresarios y prestanombres corruptos. Este giro en la dinámica política, lejos de representar un avance hacia ideales éticos, revela la prevalencia de intereses personales sobre el bienestar común. Durante más de 95 años bajo el régimen del PRI en Hidalgo, la política estuvo marcada por la hipocresía y la falta de un claro compromiso con ideales, donde los intereses prevalecieron sobre la búsqueda de un bienestar común y la falta de principios éticos permeó la gestión pública.
La lección que emerge es clara: los medios de comunicación desempeñan un papel crucial en la construcción de una sociedad informada y participativa, y es esencial que estos se rijan por ideales sólidos. Mantener la integridad periodística, abrazar la imparcialidad y servir al interés público son esenciales para preservar la confianza y fortalecer la democracia.
El caso de Hidalgo sirve como un recordatorio de las consecuencias que pueden surgir cuando los ideales son dejados de lado en favor de intereses personales en el ámbito político y mediático. La infiltración de la mafia del poder en Morena no solo compromete los principios democráticos, sino que también pone en riesgo la confianza del pueblo en sus instituciones y líderes, perpetuando un ciclo de corrupción y falta de transparencia que debe ser erradicado para avanzar hacia un futuro más justo y equitativo.
Natividad Castrejón, coordinador de la campaña de Menchaca y Marco Rico, presidente de Morena, fueron figuras clave en esta maniobra. A través de Castrejón (desde la campaña) y Rico, se cerraron las puertas para la izquierda y se facilitó la infiltración del grupo de Osorio Chong en Morena, utilizando negociaciones que se gestaron desde el senado. Este movimiento tuvo como objetivo preservar la estructura de poder y evitar el cambio democrático y social que se vislumbraba como inevitable en Hidalgo. En efecto, se infiltraron en Morena como caballos de Troya, asegurándose de que los antiguos intereses permanecieran inalterados bajo una nueva bandera política.
En Hidalgo, vivimos tiempos donde los ideales políticos y los valores son sacrificados por intereses personales y la ambición de obtener puestos en el gobierno. En una sociedad con escasa inversión y una dependencia crítica del gobierno como fuente principal de ingresos, esta dinámica es conveniente para la mafia del poder, ya que le permite mantener el control sobre la población, que depende en gran medida de los favores gubernamentales.
Este contexto político y mediático resalta la necesidad imperante de mantener firmes los principios éticos y evitar prácticas que comprometan la integridad de la información. En Hidalgo, hemos visto una transformación palpable de los medios de comunicación, que antes parecían estar al servicio del PRI y ahora muestran una inclinación abierta por hablar favorablemente del gobierno de Morena. Este cambio, lejos de reflejar una evolución ideológica genuina, plantea serios cuestionamientos sobre la coherencia y ética en el periodismo.
Quienes actúan con ideales en los medios de comunicación y en la política priorizan principios y valores como base fundamental. Este enfoque implica un compromiso con la verdad, la imparcialidad y el servicio a la sociedad. En contraste, cuando los intereses individuales se anteponen, tanto en la política como en los medios, se abren puertas a prácticas cuestionables que pueden socavar la confianza del pueblo y corromper el sistema, prevaleciendo la búsqueda del dinero sobre el bienestar colectivo.
El caso de Hidalgo ilustra cómo, bajo el manto del capitalismo de cuates, un grupo de políticos conservadores ha mantenido el control del gobierno, enriqueciendo a empresarios y prestanombres corruptos. Este giro en la dinámica política, lejos de representar un avance hacia ideales éticos, revela la prevalencia de intereses personales sobre el bienestar común. Durante más de 95 años bajo el régimen del PRI en Hidalgo, la política estuvo marcada por la hipocresía y la falta de un claro compromiso con ideales, donde los intereses prevalecieron sobre la búsqueda de un bienestar común y la falta de principios éticos permeó la gestión pública.
La lección que emerge es clara: los medios de comunicación desempeñan un papel crucial en la construcción de una sociedad informada y participativa, y es esencial que estos se rijan por ideales sólidos. Mantener la integridad periodística, abrazar la imparcialidad y servir al interés público son esenciales para preservar la confianza y fortalecer la democracia.
El caso de Hidalgo sirve como un recordatorio de las consecuencias que pueden surgir cuando los ideales son dejados de lado en favor de intereses personales en el ámbito político y mediático. La infiltración de la mafia del poder en Morena no solo compromete los principios democráticos, sino que también pone en riesgo la confianza del pueblo en sus instituciones y líderes, perpetuando un ciclo de corrupción y falta de transparencia que debe ser erradicado para avanzar hacia un futuro más justo y equitativo.
______________
Pd. En la foto observamos a la mafia del poder que ahora está en Morena diciéndote que ellos van a consolidar la transformación 🤣