Julio Gálvez
Estados Unidos, con el apoyo de sus poderosos medios de comunicación, ha perfeccionado el arte del discurso unilateral, manipulando la agenda global y ocultando las contradicciones de su política interna y externa. Esta estrategia le permite implementar su nuevo "patriotismo económico", que combina el neoproteccionismo doméstico con un globalismo agresivo. Un ejemplo claro de esto fue la prohibición de la compra de la petrolera californiana UNOCAL por parte de la empresa estatal China National Offshore Oil, permitiendo que la depredadora transnacional Chevron-Texaco se adueñara de ella.
El pretexto del "patriotismo económico" se utilizó nuevamente cuando el Congreso estadounidense bloqueó un trato entre el gobierno de George W. Bush y Dubai Ports World, de los Emiratos Árabes Unidos, para administrar seis puertos en Estados Unidos. Este país ha brindado amplias facilidades portuarias al ejército estadounidense en el estratégico Golfo Pérsico. Esta decisión fue justificada con la retórica de la protección nacionalista y el temor al terrorismo global.
Estados Unidos critica a otros países que buscan proteger sus recursos energéticos mientras practica internamente lo mismo que denuncia. Un informe del Pentágono sobre el "peligro" del "nacionalismo petrolero" en Latinoamérica revela la preocupación del gobierno estadounidense por su seguridad energética. Según este estudio, el control estatal sobre la producción de energía en países latinoamericanos desincentiva las inversiones necesarias para mantener el suministro a largo plazo, favoreciendo una narrativa que promueve la privatización transnacional y la desaparición del control estatal.
El reportero Andy Webb-Vidal, de The Financial Times, destacó en su momento las preocupaciones del Congreso estadounidense sobre la vulnerabilidad del país frente a las amenazas del ex presidente venezolano Hugo Chávez de cortar el suministro de petróleo. Webb-Vidal también criticó el aumento de impuestos por parte de Venezuela y la nacionalización de la industria petrolera en Bolivia y Ecuador, omitiendo que previamente las transnacionales pagaban cantidades insignificantes.
La petrolera Occidental Petroleum, envuelta en escándalos desde accidentes en el mar del Norte hasta conflictos con la tribu U’wa en Colombia, también se menciona en el contexto de la oposición estadounidense al nacionalismo de los recursos. El informe militar del Comando Sur del Pentágono repite la retórica neoliberal, sugiriendo que el control estatal obstaculiza el aumento de la producción y el suministro de energía a largo plazo.
Webb-Vidal subraya la preocupación de Estados Unidos por la expansión del nacionalismo de los recursos en Latinoamérica, que permite a estos países captar una mayor parte de los beneficios del aumento de los precios de la energía. Según "analistas" no identificados, este control estatal podría perjudicar a estos países cuando los precios caigan, reiterando la visión neoliberal de que fuera de la globalización unilateral no hay vida viable.
El informe concluye que sin un cambio en el clima de inversiones, la producción de energía en Venezuela, Ecuador y México está en peligro. Latinoamérica representa el 8.4% de la producción mundial de petróleo, pero proporciona el 30% de las importaciones de Estados Unidos, destacando la dependencia estadounidense de estos recursos.
En resumen, la preocupación de Estados Unidos por su seguridad energética ha llevado a militarizar su vulnerabilidad frente a Latinoamérica. El discurso unilateral, apoyado por una omnipotente maquinaria mediática, permite a Estados Unidos criticar el nacionalismo de recursos en otros países mientras practica internamente un proteccionismo disfrazado de patriotismo económico.