Julio Gálvez
En las sombras de la política hidalguense, ha surgido un relato siniestro que revela una trama de corrupción tejida a lo largo de más de 95 años. Un grupo de políticos, hábiles en el arte de la maquinación, se apropió del gobierno no como un servicio al pueblo, sino como un trampolín hacia la riqueza ilícita, resguardados por prestanombres y empresarios corruptos.
La fórmula de su longevidad en el poder se basó en una alianza con medios de comunicación chayoteros, quienes, como fieles súbditos, se convirtieron en repetidores de la información oficial. Este matrimonio entre políticos ávidos de poder y medios dispuestos a vender su integridad se convirtió en la columna vertebral que sostenía su fachada de legitimidad.
Sin embargo, con la llegada de tiempos de cambio, donde lo antiguo lucha por mantenerse a flote y lo nuevo busca abrirse paso, surgen fantasmas del pasado. Una clase privilegiada, enraizada en el tejido del priismo, busca ahora refugio en Morena, como si cambiando de disfraz pudieran conservar sus privilegios adquiridos durante décadas.
En este panorama desolador, emerge el espectáculo visual de Nuevo Gráfico, diseñado con un propósito claro: señalar a las ratas políticas y a los medios chayoteros que han sido cómplices en este saqueo sistemático. Las ratas, representantes de los políticos, se aferran a la legitimidad que los medios chayoteros les brindan, mientras orquestan su huida hacia otro partido, llevándose consigo el botín robado a lo largo de los años.
En este juego de sombras y traiciones, la rata de mayor rango se erige como el estratega maestro, manipulando la información para asegurar la supervivencia de esta élite corrupta. El espectáculo de Nuevo Gráfico no solo evidencia el entramado de corrupción, sino que también sirve como un llamado a la consciencia pública para desenmascarar a aquellos que han lucrado a costa del bienestar de la sociedad.
La fórmula de su longevidad en el poder se basó en una alianza con medios de comunicación chayoteros, quienes, como fieles súbditos, se convirtieron en repetidores de la información oficial. Este matrimonio entre políticos ávidos de poder y medios dispuestos a vender su integridad se convirtió en la columna vertebral que sostenía su fachada de legitimidad.
Sin embargo, con la llegada de tiempos de cambio, donde lo antiguo lucha por mantenerse a flote y lo nuevo busca abrirse paso, surgen fantasmas del pasado. Una clase privilegiada, enraizada en el tejido del priismo, busca ahora refugio en Morena, como si cambiando de disfraz pudieran conservar sus privilegios adquiridos durante décadas.
En este panorama desolador, emerge el espectáculo visual de Nuevo Gráfico, diseñado con un propósito claro: señalar a las ratas políticas y a los medios chayoteros que han sido cómplices en este saqueo sistemático. Las ratas, representantes de los políticos, se aferran a la legitimidad que los medios chayoteros les brindan, mientras orquestan su huida hacia otro partido, llevándose consigo el botín robado a lo largo de los años.
En este juego de sombras y traiciones, la rata de mayor rango se erige como el estratega maestro, manipulando la información para asegurar la supervivencia de esta élite corrupta. El espectáculo de Nuevo Gráfico no solo evidencia el entramado de corrupción, sino que también sirve como un llamado a la consciencia pública para desenmascarar a aquellos que han lucrado a costa del bienestar de la sociedad.
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Presentamos la nueva campaña de espectaculares de Nuevo Gráfico.