La política en la Ciudad de México se ha convertido en un campo de batalla donde los ataques personales y las acusaciones dominan el escenario, dejando de lado las propuestas y soluciones reales para los problemas de la capital. En el primer debate entre los candidatos a la jefatura de Gobierno, Clara Brugada de Morena-PT-PVEM y Santiago Taboada de PAN-PRD-PRI protagonizaron un intercambio de reproches y señalamientos, mientras Salomón Chertorivski de MC observaba con una bolsa de palomitas en mano.
Durante el debate, Brugada enfocó sus críticas en defender el trabajo de la actual candidata presidencial de su coalición, Claudia Sheinbaum, más que en exponer sus propias ideas para la mejora de la ciudad. Por su parte, Taboada destacó la falta de soluciones a problemas como la movilidad, la tragedia de la Línea 12 del Metro, la escasez de agua y atención médica, entre otros, mientras hacía alusiones a supuestos actos de corrupción por parte de la candidata morenista.
Chertorivski, por su parte, intentó llamar la atención entre los dos punteros con propuestas concretas y críticas constructivas, pero fue ignorado en medio del fuego cruzado entre Brugada y Taboada. El debate estuvo marcado por los ataques personales, las acusaciones de corrupción y los gestos teatrales, eclipsando cualquier intento de discusión seria sobre los problemas reales que enfrenta la ciudad.
En lugar de ofrecer soluciones concretas y debatir sobre políticas públicas, los candidatos optaron por descalificaciones mutuas y señalamientos sin fundamentos sólidos. Este espectáculo lamentable refleja la degradación de la política en la Ciudad de México, donde los intereses partidistas y las estrategias de campaña prevalecen sobre el bienestar de los ciudadanos. Ante la falta de propuestas claras y el enfoque en el circo mediático, los habitantes de la capital se ven privados de un verdadero debate democrático que aborde los problemas urgentes que enfrenta la ciudad.