Esta resistencia de otro mundo, combinada con su aspecto entrañable, ha convertido a los tardígrados en los favoritos de los científicos.
Pero más allá de eso, los investigadores se fijan en estos animales microscópicos, para aprender a preparar a los humanos para soportar los viajes espaciales.
Cuando un tardígrado se seca, sus células expulsan varias proteínas extrañas que no se parecen a nada que se encuentre en otros animales.
En el agua, las proteínas son blandas. Pero a medida que desaparece el agua, las proteínas se autoensamblan en fibras largas y entrecruzadas que llenan el interior de la célula.
Al igual que los cacahuetes de poliestireno, las fibras sostienen las membranas y las proteínas de las células, evitando que se rompan o se desplieguen.
La indestructibilidad del tardígrado se deriva de sus adaptaciones a su entorno, lo que puede parecer sorprendente.