En tierra hidalguense, la política se vislumbra como una senda aspiracionista, moldeada por un sistema de "capitalismo de cuates" que ha permeado en la clase política local. Esta dinámica, impuesta por líderes políticos, ha transformado la búsqueda del poder en una oportunidad para la apropiación del Estado, donde el objetivo principal es el enriquecimiento personal, la impunidad y el estatus quo.
La esencia de esta política aspiracionista se revela en la mentalidad individualista que caracteriza a muchos políticos en Hidalgo. La meta no es solo acceder al gobierno, sino convertirse en millonario y quedar inmune a las rendiciones de cuentas (donde solo cae puro político de poca monta). En este contexto, la política deja de ser un medio para servir a la colectividad y se convierte en un fin en sí misma, donde la ambición personal eclipsa cualquier consideración de bienestar común.
El "capitalismo de cuates" se erige como la estructura que facilita esta visión de la política. A través de conexiones y favores entre políticos y empresarios cercanos, se perpetúa un sistema donde los beneficios del Estado son distribuidos entre unos pocos, más allá de las necesidades y demandas genuinas de la población. Esta red de intereses personales se traduce en la concentración del poder y la riqueza en manos de unos pocos, dejando al margen las aspiraciones colectivas.
El fenómeno es tan arraigado que la política en Hidalgo se ha convertido en un imán para la ambición individual. Muchos hidalguenses, en lugar de ver en la política una oportunidad para el servicio público y la mejora social, sueñan con trabajar en el gobierno como una vía para alcanzar la prosperidad personal. Este enfoque individualista permea todos los niveles, desde los aspirantes locales hasta los más altos cargos gubernamentales.
El resultado es una sociedad en la que el bienestar común queda relegado a un segundo plano, eclipsado por las ansias de poder y riqueza personales. La necesidad de un cambio en esta dinámica es evidente, ya que la política aspiracionista y el "capitalismo de cuates" amenazan con perpetuar una realidad en la que el gobierno no es un medio para el bienestar colectivo, sino un instrumento para el beneficio individual de unos pocos privilegiados.
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En la foto observamos al PRIMOR que busca continuar en Hidalgo con el sistema del capitalismo de cuates en donde a Omar Fayad ya le dieron una embajada. Seguramente el voto de la gente no contó, sólo cuentan los pactos políticos.