Julio Gálvez
Este 5 de septiembre de 2023 marca un hito importante en el Estado de Hidalgo. Hace exactamente un año, entró en funciones un gobierno que fue impulsado por un movimiento democrático que rompió con una hegemonía de 90 décadas del PRI.
Ante su primer informe de gobierno, Menchaca se enfrenta a un desafío monumental: romper con las fórmulas políticas tradicionales y dar paso a una nueva era de gobierno.
Por lo anterior, una transformación es imposible en Hidalgo si se practican las viejas fórmulas que ya no funcionan en un mundo democrático.
El cambio en Hidalgo no es tarea fácil. Durante 94 largos años, el PRI impusó una mentalidad y una forma de hacer política que benefició a unas pocas élites y familias acomodadas en el Estado. Las cúpulas de poder ejercieron un control férreo sobre la política hidalguense, dejando poco espacio para la participación ciudadana y el progreso inclusivo.
Prueba de ello es el reparto de los bienes públicos en beneficio de unos cuantos privilegiados, a través de la imposición del capitalismo de cuates en Hidalgo.
Se apropiaron de las concesiones de taxi, de los verificentros, de los permisos para escuelas particulares, así como de distintas partes del Estado, lo cual impide un libre mercado y una libre competencia que impulse el desarrollo de la entidad.
Menchaca, ahora tendrá que cambiar esta mentalidad arraigada, buscando abrir espacios de participación ciudadana, escuchar las voces de aquellos que durante mucho tiempo fueron marginados y promover una política basada en la colectividad y el bienestar general.
En su primer informe, puede destacar varios logros. Ha impulsado reformas para transparentar el gobierno y combatir la corrupción. Ha invertido en programas de desarrollo social que buscan mejorar la vida de los hidalguenses más vulnerables. Se destinaron millones de pesos a CASIM para atacar el problema hídrico en la entidad.
Sin embargo, los desafíos siguen siendo enormes. La resistencia al cambio por parte de aquellos que se beneficiaron del antiguo sistema es palpable. La transformación profunda de la mentalidad política es un proceso largo y complicado y Menchaca tiene que llevarlo a cabo.
Para ese cambio en Hidalgo, se necesita impulsar la mentalidad de que el gobierno sirve al pueblo y no el pueblo a nuestros gobernantes como si estos fueran privilegiados reyes, ya que siempre se ha visto la política de forma aspiracionista e individualista, como una meta personal se ha convertido llegar al puesto.
Menchaca, ahora tendrá que cambiar esta mentalidad arraigada, buscando abrir espacios de participación ciudadana, escuchar las voces de aquellos que durante mucho tiempo fueron marginados y promover una política basada en la colectividad y el bienestar general.
En su primer informe, puede destacar varios logros. Ha impulsado reformas para transparentar el gobierno y combatir la corrupción. Ha invertido en programas de desarrollo social que buscan mejorar la vida de los hidalguenses más vulnerables. Se destinaron millones de pesos a CASIM para atacar el problema hídrico en la entidad.
Sin embargo, los desafíos siguen siendo enormes. La resistencia al cambio por parte de aquellos que se beneficiaron del antiguo sistema es palpable. La transformación profunda de la mentalidad política es un proceso largo y complicado y Menchaca tiene que llevarlo a cabo.
Para ese cambio en Hidalgo, se necesita impulsar la mentalidad de que el gobierno sirve al pueblo y no el pueblo a nuestros gobernantes como si estos fueran privilegiados reyes, ya que siempre se ha visto la política de forma aspiracionista e individualista, como una meta personal se ha convertido llegar al puesto.
Por lo anterior, se debe reconocer que algunos de sus secretarios han realizado su trabajo de forma silenciosa y eficiente, mientras otros han caído en la soberbia buscado protagonismo por un triunfo que no obtuvieron ellos, ya que piensan que se dió el cambio democrático gracias al dinero, a los pactos de las élites y no al voto de la gente y AMLO.
Hidalgo, está en medio de una transición crucial, la población confía en él y está observando de cerca. El futuro del Estado depende en gran medida de si el gobernador Menchaca y su equipo pueden mantener el rumbo y dejar las bases de la transformación profunda que Hidalgo tanto necesita, pero no nada más económica, sino humana, social y ambiental.