En la década de 1970, la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) fue testigo de un conflicto que dejó una profunda huella en la historia de la institución y que tuvo graves consecuencias para la libertad de prensa en la región. En medio de agitadas protestas estudiantiles y tensiones políticas, un grupo de porros se apoderó de la universidad y protagonizó un episodio que estremeció a la comunidad hidalguense: el intento de incendio de la imprenta del periódico "El Nuevo Gráfico", propiedad de Don Julio Gálvez Méndez.
El Nuevo Gráfico, un periódico de larga trayectoria en Hidalgo, con 65 años de vida, había sido un faro de información independiente y un defensor acérrimo de la libertad de expresión. Durante aquellos años turbulentos, se convirtió en la voz de los estudiantes que buscaban cambios en la UAEH y, en consecuencia, sus páginas se llenaron de críticas hacia la administración universitaria y sus políticas.
Sin embargo, esta valiente postura no fue bien recibida por todos. Un grupo de porros, conocidos por su vínculo con las autoridades universitarias, se infiltró en la institución con la intención de sofocar las protestas estudiantiles y silenciar a los medios de comunicación críticos. En un intento desesperado por eliminar una voz incómoda, arrojaron bombas molotov a la imprenta de El Nuevo Gráfico, desatando un incendio que amenazó con destruir décadas de historia periodística.
Pero su violencia no se detuvo allí. Los porros también derribaron el portón de la entrada principal del periódico, creando un clima de miedo y hostilidad. Rompieron todos los vidrios de las oficinas del medio, dejando claro su desprecio por la libertad de prensa y la expresión libre. Además, la casa de Don Julio Gálvez Méndez, propietario del periódico, también fue objeto de vandalismo, lo que demostró que el ataque iba más allá de la mera destrucción de una imprenta.
Este triste episodio en la historia de la UAEH sirve como recordatorio de la importancia de la libertad de expresión en cualquier sociedad democrática. A pesar de los intentos de silenciar a El Nuevo Gráfico, su espíritu perseveró, y la lucha por la justicia y la libertad de expresión continuó. La valentía de los periodistas y estudiantes que se alzaron contra la violencia y la opresión merece ser recordada y honrada, recordándonos que la verdad y la libre expresión son derechos fundamentales que nunca deben ser subestimados ni restringidos.
Por lo anterior, este medio de comunicación manifiesta todo su respeto y apoyo a la lucha estudiantil que actualmente enfrenta el IDA contra los mismos de siempre.