Julio Gálvez.
La guerra en Ucrania ha desatado una compleja batalla geopolítica con ramificaciones que afectan el precio de los hidrocarburos y la lucha por la denominada "agenda verde". Mientras la estatal saudita Aramco asciende en el ranking de las empresas más grandes del mundo, impulsada por el alza del petróleo, otras naciones y actores globales enfrentan desafíos y oportunidades en el ámbito energético y ambiental.
La ganancia neta de Aramco en 2022 superó a cualquier otra empresa, incluso gigantes tecnológicos como Apple y Microsoft, gracias al incremento en el valor del petróleo que cotiza por encima de los 80 dólares por barril. El petroyuan ha ganado terreno y se posiciona como una alternativa sólida en el contexto de la "desdolarización comercial" que ha experimentado el mercado.
Por otro lado, los países con las mayores reservas de petróleo, como Venezuela y Arabia Saudita, enfrentan desafíos para explotar sus recursos debido a sanciones y factores internos, mientras que otros, como Canadá e Irak, buscan posicionarse como productores relevantes en el mercado energético global.
El sector energético es visto con interés por el megabanco Goldman Sachs, ya que es considerado el más barato de los 11 sectores de mercado de Estados Unidos, y las empresas de energía reportan ganancias robustas con el actual precio del petróleo.
La llamada "agenda verde", promovida por el Foro Económico Mundial de Davos y otros actores globales, plantea desafíos y oportunidades para reducir las emisiones de carbón hasta 2050. Sin embargo, su implementación requerirá una inversión de 9.2 billones de dólares al año, lo que ha generado cuestionamientos sobre su viabilidad y sus implicaciones para la economía y la sociedad.
Detrás de esta agenda, figuras como Nicole Schwab, hija de Klaus Schwab, líder del Foro de Davos, buscan promover una "dictadura verde" que imponga encierros climáticos permanentes a la población. Esta visión ha generado controversia y preocupación sobre los alcances de la gobernanza global y la pérdida de democracia en manos de actores financieros y tecnocráticos.
En resumen, el aumento del precio de los hidrocarburos ha desencadenado una compleja batalla geopolítica, afectando la dinámica económica mundial y la lucha por la sostenibilidad ambiental. Mientras algunas empresas y países se benefician de las ganancias energéticas, otros enfrentan desafíos y cuestionamientos sobre el futuro energético y ambiental del planeta. La búsqueda de un equilibrio entre el crecimiento económico y la protección del medio ambiente se convierte en un desafío crucial para la comunidad internacional en esta era de transformación global.
La ganancia neta de Aramco en 2022 superó a cualquier otra empresa, incluso gigantes tecnológicos como Apple y Microsoft, gracias al incremento en el valor del petróleo que cotiza por encima de los 80 dólares por barril. El petroyuan ha ganado terreno y se posiciona como una alternativa sólida en el contexto de la "desdolarización comercial" que ha experimentado el mercado.
Por otro lado, los países con las mayores reservas de petróleo, como Venezuela y Arabia Saudita, enfrentan desafíos para explotar sus recursos debido a sanciones y factores internos, mientras que otros, como Canadá e Irak, buscan posicionarse como productores relevantes en el mercado energético global.
El sector energético es visto con interés por el megabanco Goldman Sachs, ya que es considerado el más barato de los 11 sectores de mercado de Estados Unidos, y las empresas de energía reportan ganancias robustas con el actual precio del petróleo.
La llamada "agenda verde", promovida por el Foro Económico Mundial de Davos y otros actores globales, plantea desafíos y oportunidades para reducir las emisiones de carbón hasta 2050. Sin embargo, su implementación requerirá una inversión de 9.2 billones de dólares al año, lo que ha generado cuestionamientos sobre su viabilidad y sus implicaciones para la economía y la sociedad.
Detrás de esta agenda, figuras como Nicole Schwab, hija de Klaus Schwab, líder del Foro de Davos, buscan promover una "dictadura verde" que imponga encierros climáticos permanentes a la población. Esta visión ha generado controversia y preocupación sobre los alcances de la gobernanza global y la pérdida de democracia en manos de actores financieros y tecnocráticos.
En resumen, el aumento del precio de los hidrocarburos ha desencadenado una compleja batalla geopolítica, afectando la dinámica económica mundial y la lucha por la sostenibilidad ambiental. Mientras algunas empresas y países se benefician de las ganancias energéticas, otros enfrentan desafíos y cuestionamientos sobre el futuro energético y ambiental del planeta. La búsqueda de un equilibrio entre el crecimiento económico y la protección del medio ambiente se convierte en un desafío crucial para la comunidad internacional en esta era de transformación global.