16/01/23
En el ir y venir de la información, algunas personas que se dedican a los medios de comunicativos tienen un objetivo claro: generar utilidades con la difusión de sus notas sensacionalistas. No les interesa la verdad, porque si fuera así, serían filósofos. Expanden sus encabezados con la excusa de la libertad de expresión y porque el "pueblo" necesita conocer los hechos. Pero en el fondo, solo están interesados en acrecentar su negocio y sus ganancias, aumentando la legitimación de los sistemas políticos neoliberales. Pueden llegar a ser nefastos sus desplegados desinformativos, como ha ocurrido con la reciente “plandemia”, con el objetivo de mantener su rating, sus beneficios y el beneplácito de los poderosos. Por una buena nota informativa agregan cinco desinformativas. Así es su negocio para poder posicionar o chantajear a los políticos. Así es el llamado Cuarto Poder.
En el Estado de Hidalgo, y en general en todo el mundo, pocos son los medios que con cierta credibilidad e integridad cuidan de su propia libertad de expresión y de la información que administran a la sociedad. Cuando no son de la clase periodística de los palpati que se acostumbraron a vender sus notas al mejor postor y agradarle el ojo a quien esté en el poder en turno, son atacados por el mismo poder y sus medios desinformativos complacientes por considerarlos enemigos de la “opinión pública” que no es a modo de los oligarcas.
Un medio de información debe estar ligado a principios éticos y cuidar de los datos que proporciona a una sociedad. En lo personal, siempre procuro la sinceridad y la honestidad en mis actos y palabras, y así me gustaría que por lo menos hubiera uno o dos medios informativos en los cuales pudiera confiar para generarme una opinión crítica, analítica y liberada de toda esa desinformación tendenciosa empeñada a maquillar la verdad para proteger a una cúpula parasitaria y defender sus privilegios.
Un ejemplo de la libertad de expresión, que no pertenece únicamente a los medios de comunicación sino a los sellos editoriales, las protestas cívicas y el arte, es el caso del Muralismo, que es totalmente y en esencia, de naturaleza política. Sin la libertad de expresión editorial, por otra parte, las obras de Marx, Rousseau y Sartre, jamás hubieran sido posibles, ni siquiera divulgarlas para generar más libertad de expresión. La causa social y la igualdad entre los individuos y las naciones es justicia efectiva, y sobre todo, en la libertad es donde la expresión del individuo y la del pueblo valen oro.
Podemos mantener nuestra bandera de libre pensadores, allá en el bosque, aislados, pero el campo de batalla del hombre crítico es dentro de la sociedad, y para eso necesitamos una libertad de expresión garantizada. Para sí mismo o para otros, el ciudadano debe mantener su posición crítica, pero no pasiva o indiferente. La mayoría de los gobiernos en turno se empeñan en callar las voces críticas porque atentan contra sus privilegios y el poder que van acumulando. Es decir, sus medios desinformativos solo dan opio a la opinión pública del pueblo, pero el individuo auténtico necesita y requiere de información veraz, cierta y apegada a la realidad.
Ejemplos de las discrepancias desinformativas a las que acostumbran a la opinión pública sobran y abundan. El asunto de la mariguana, por decir de uno, exhibe el endeble y escaso criterio de la sociedad para determinar qué es legal y qué no es legal. La moralina que ni a moral llega, es lo que rige el primitivismo de la modernidad que es más fácilmente manipulada por los medios a través de las redes sociales, la TV y la radio, mucho más eficaces que en otras épocas. A base de engaños y de astucia, además de un sistema económico ad hoc, los oligarcas y la plutocracia se han adueñado del negocio de la información, de las drogas legales como el alcohol y el cigarro (el cigarro y el café alteran el sistema nervioso pues ya tienen químicos adicionales, por lo tanto, son también un tipo de droga). Recordemos que a las farmacias antes se les conocía también como droguerías.
Lamentablemente los razonamientos y los datos científicos siempre van detrás de un ímpetu moralista... y hay quienes hasta se persignan hipócritamente cuando escuchan la palabra “droga”, generando el consumo de productos adictivos para después heroicamente combatirlos a través de esquemas legales muchas veces infructuosos ante la inmensidad del problema que socialmente han incentivado pero que institucionalmente respaldan y que combaten con disimulo sin erradicarlos.
La libertad de expresión en muchos medios ha sido corrompida porque el lenguaje mismo lo han corrompido a propósito para generar una horda de opinólogos que en general defienden de manera irracional posturas muchas veces incompatibles con el nivel de civilización que hemos alcanzado. Pero la opinión del pueblo es manipulable, eso lo sabe perfectamente el Cuarto Poder, y se suman a los otros poderes para seguir adormeciendo la voluntad del pueblo con notas sensacionalistas y tapones mediáticos que no permiten al ciudadano discernir la realidad con elementos fidedignos de información.
La desinformación provoca que asuntos como la xenofobia sean una crisis en el punto máximo del capitalismo. La sobrepoblación y el efecto contra-colonizador de los países colonizadores, la desigualdad de clases y el sempiterno imperio de las instituciones financieras están aliadas a los medios de información coptados por el poder y quienes reciben gustosos las dádivas de los que buscan un beneficio de grupo por sobre el bien común de la población. Nadie se preocupaba si tenía de vecinos a un hondureño o un árabe si se tenía la cartera rebosante de papel. Los medios de desinformación poseen un entendimiento total del sentir de la masa, y lo usan a favor de los poderosos. Cualquier tema lo amoldan en sus encabezados para generar puntos a favor, falsa credibilidad y dividendos.
Necesitamos medios que nos garanticen la libertad de expresión, pero sobre todo, necesitamos gobiernos que no atenten contra nuestra libertad de expresión. Ya no son tiempos del oscurantismo, los feudos plutocráticos y la época neoliberal. Estamos viviendo tiempos de transformación, y ahora más que nunca se debe priorizar la libertad de expresión por el simple hecho de que acabamos de salir de una época en que se usaba la mordaza para que el pueblo siguiera siendo saqueado, burlado y manipulado.
En el Estado de Hidalgo, y en general en todo el mundo, pocos son los medios que con cierta credibilidad e integridad cuidan de su propia libertad de expresión y de la información que administran a la sociedad. Cuando no son de la clase periodística de los palpati que se acostumbraron a vender sus notas al mejor postor y agradarle el ojo a quien esté en el poder en turno, son atacados por el mismo poder y sus medios desinformativos complacientes por considerarlos enemigos de la “opinión pública” que no es a modo de los oligarcas.
Un medio de información debe estar ligado a principios éticos y cuidar de los datos que proporciona a una sociedad. En lo personal, siempre procuro la sinceridad y la honestidad en mis actos y palabras, y así me gustaría que por lo menos hubiera uno o dos medios informativos en los cuales pudiera confiar para generarme una opinión crítica, analítica y liberada de toda esa desinformación tendenciosa empeñada a maquillar la verdad para proteger a una cúpula parasitaria y defender sus privilegios.
Un ejemplo de la libertad de expresión, que no pertenece únicamente a los medios de comunicación sino a los sellos editoriales, las protestas cívicas y el arte, es el caso del Muralismo, que es totalmente y en esencia, de naturaleza política. Sin la libertad de expresión editorial, por otra parte, las obras de Marx, Rousseau y Sartre, jamás hubieran sido posibles, ni siquiera divulgarlas para generar más libertad de expresión. La causa social y la igualdad entre los individuos y las naciones es justicia efectiva, y sobre todo, en la libertad es donde la expresión del individuo y la del pueblo valen oro.
Podemos mantener nuestra bandera de libre pensadores, allá en el bosque, aislados, pero el campo de batalla del hombre crítico es dentro de la sociedad, y para eso necesitamos una libertad de expresión garantizada. Para sí mismo o para otros, el ciudadano debe mantener su posición crítica, pero no pasiva o indiferente. La mayoría de los gobiernos en turno se empeñan en callar las voces críticas porque atentan contra sus privilegios y el poder que van acumulando. Es decir, sus medios desinformativos solo dan opio a la opinión pública del pueblo, pero el individuo auténtico necesita y requiere de información veraz, cierta y apegada a la realidad.
Ejemplos de las discrepancias desinformativas a las que acostumbran a la opinión pública sobran y abundan. El asunto de la mariguana, por decir de uno, exhibe el endeble y escaso criterio de la sociedad para determinar qué es legal y qué no es legal. La moralina que ni a moral llega, es lo que rige el primitivismo de la modernidad que es más fácilmente manipulada por los medios a través de las redes sociales, la TV y la radio, mucho más eficaces que en otras épocas. A base de engaños y de astucia, además de un sistema económico ad hoc, los oligarcas y la plutocracia se han adueñado del negocio de la información, de las drogas legales como el alcohol y el cigarro (el cigarro y el café alteran el sistema nervioso pues ya tienen químicos adicionales, por lo tanto, son también un tipo de droga). Recordemos que a las farmacias antes se les conocía también como droguerías.
Lamentablemente los razonamientos y los datos científicos siempre van detrás de un ímpetu moralista... y hay quienes hasta se persignan hipócritamente cuando escuchan la palabra “droga”, generando el consumo de productos adictivos para después heroicamente combatirlos a través de esquemas legales muchas veces infructuosos ante la inmensidad del problema que socialmente han incentivado pero que institucionalmente respaldan y que combaten con disimulo sin erradicarlos.
La libertad de expresión en muchos medios ha sido corrompida porque el lenguaje mismo lo han corrompido a propósito para generar una horda de opinólogos que en general defienden de manera irracional posturas muchas veces incompatibles con el nivel de civilización que hemos alcanzado. Pero la opinión del pueblo es manipulable, eso lo sabe perfectamente el Cuarto Poder, y se suman a los otros poderes para seguir adormeciendo la voluntad del pueblo con notas sensacionalistas y tapones mediáticos que no permiten al ciudadano discernir la realidad con elementos fidedignos de información.
La desinformación provoca que asuntos como la xenofobia sean una crisis en el punto máximo del capitalismo. La sobrepoblación y el efecto contra-colonizador de los países colonizadores, la desigualdad de clases y el sempiterno imperio de las instituciones financieras están aliadas a los medios de información coptados por el poder y quienes reciben gustosos las dádivas de los que buscan un beneficio de grupo por sobre el bien común de la población. Nadie se preocupaba si tenía de vecinos a un hondureño o un árabe si se tenía la cartera rebosante de papel. Los medios de desinformación poseen un entendimiento total del sentir de la masa, y lo usan a favor de los poderosos. Cualquier tema lo amoldan en sus encabezados para generar puntos a favor, falsa credibilidad y dividendos.
Necesitamos medios que nos garanticen la libertad de expresión, pero sobre todo, necesitamos gobiernos que no atenten contra nuestra libertad de expresión. Ya no son tiempos del oscurantismo, los feudos plutocráticos y la época neoliberal. Estamos viviendo tiempos de transformación, y ahora más que nunca se debe priorizar la libertad de expresión por el simple hecho de que acabamos de salir de una época en que se usaba la mordaza para que el pueblo siguiera siendo saqueado, burlado y manipulado.