María Gil
17/01/22
El mundo enfrenta problemas inflacionarios cada vez más marcados. Mientras las autoridades piensan y ponen en práctica algunas estrategias para contener el golpe económico, los bolsillos de la población se vacían tan sólo al comprar los insumos básicos para la alimentación. En el caso de México, las presiones en los costos al consumidor se agravan debido a que el país importa una buena parte de sus alimentos, a la par de sus gasolinas.
En Estados Unidos, por ejemplo, no sólo se enfrentan a altos costos de comida, también lidian con estantes vacíos en los supermercados a causa de los problemas en la cadena de suministro. Sin embargo, la falta de algunos productos —principalmente pollo, carne y lácteos— está presente en la economía del país vecino del norte desde hace aproximadamente cuatro meses, así como la elevada inflación, que tan sólo a final de 2021 se ubicó en un 7 por ciento, la peor desde 1982. Según el informe del Gobierno estadounidense, en diciembre los precios de la energía bajaron por primera vez desde hace varios meses, un 0.4 por ciento, pero los de los alimentos subieron un 0.5 por ciento.
Mientras, países europeos también están condicionados a altos índices inflacionarios. En el caso de España, el doceavo mes del reciente año que terminó se registró un Índice de Precios de Consumo de 6.5 por ciento, su cifra más alta desde 1992, la cual fue cimbrada por la crisis en los precios de la electricidad —que ha escalado un 96.8 por ciento sin subsidios gubernamentales, según el diario Europa Press—, y los elevados importes en alimentos como legumbres, hortalizas, pan, cereales, aceite de oliva y la carne.
México no es ajeno a toda esta situación. El último reporte presentado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) sobre el Índice de Precios al Consumidor (INPC) el limón fue el producto con mayor variación mensual al alza, un 46.11 por ciento, agregando así una incidencia inflacionaria de 0.052; la carne tuvo un aporte a la inflación general de 0.064 puntos. Por su parte, los productos agropecuarios tuvieron una incidencia anual de 1.661 puntos. En el desglose del indicador, las frutas y verduras aportaron un 1.006 por ciento a la inflación decembrina, mientras que los Pecuarios (productos de la ganadería) un 0.655 por ciento.
Ante esta problemática, nuestro país debería tener una política agrícola, que implica disminución de la tasa de interés, política de subsidios, política de infraestructura, de gasto púbico, crear condiciones de rentabilidad al sector productivo, al sector agrícola, para que la inversión se enfoque en dicho sector y así aumentar la producción de productos alimenticios.
Aumentar la tasa de interés sólo provoca restricciones en la inversión porque se encarece el crédito, con lo cual se recrudecen los problemas estructurales que están detrás de la inflación.
En Estados Unidos, por ejemplo, no sólo se enfrentan a altos costos de comida, también lidian con estantes vacíos en los supermercados a causa de los problemas en la cadena de suministro. Sin embargo, la falta de algunos productos —principalmente pollo, carne y lácteos— está presente en la economía del país vecino del norte desde hace aproximadamente cuatro meses, así como la elevada inflación, que tan sólo a final de 2021 se ubicó en un 7 por ciento, la peor desde 1982. Según el informe del Gobierno estadounidense, en diciembre los precios de la energía bajaron por primera vez desde hace varios meses, un 0.4 por ciento, pero los de los alimentos subieron un 0.5 por ciento.
Mientras, países europeos también están condicionados a altos índices inflacionarios. En el caso de España, el doceavo mes del reciente año que terminó se registró un Índice de Precios de Consumo de 6.5 por ciento, su cifra más alta desde 1992, la cual fue cimbrada por la crisis en los precios de la electricidad —que ha escalado un 96.8 por ciento sin subsidios gubernamentales, según el diario Europa Press—, y los elevados importes en alimentos como legumbres, hortalizas, pan, cereales, aceite de oliva y la carne.
México no es ajeno a toda esta situación. El último reporte presentado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) sobre el Índice de Precios al Consumidor (INPC) el limón fue el producto con mayor variación mensual al alza, un 46.11 por ciento, agregando así una incidencia inflacionaria de 0.052; la carne tuvo un aporte a la inflación general de 0.064 puntos. Por su parte, los productos agropecuarios tuvieron una incidencia anual de 1.661 puntos. En el desglose del indicador, las frutas y verduras aportaron un 1.006 por ciento a la inflación decembrina, mientras que los Pecuarios (productos de la ganadería) un 0.655 por ciento.
Ante esta problemática, nuestro país debería tener una política agrícola, que implica disminución de la tasa de interés, política de subsidios, política de infraestructura, de gasto púbico, crear condiciones de rentabilidad al sector productivo, al sector agrícola, para que la inversión se enfoque en dicho sector y así aumentar la producción de productos alimenticios.
Aumentar la tasa de interés sólo provoca restricciones en la inversión porque se encarece el crédito, con lo cual se recrudecen los problemas estructurales que están detrás de la inflación.