Preguntando navegamos: la travesía zapatista



“El barco se mueve de nuevo, de nuevo se mueven hombres, mujeres y velas… nuestra esperanza camina… de nuevo” 

​​​​​​Un poderoso navío, 9 de agosto de 1994, Subcomandante Insurgente Marcos 

El escuadrón 421 zarpó el día 3 de mayo desde el puerto de Isla Mujeres, Quintana Roo, México, América Latina, planeta tierra, vía láctea… La tripulación es muy otra: 4 mujeres, 2 hombres y 1 otroa no binario que al llegar a Vigo será le primeroa en poner pie en tierra. Su misión: conquistar, digo invadir, digo visitar Europa, la Europa de abajo, la que resiste a la precarización, la especulación financiera, la marginación, el abuso, la imposición identitaria del Estado-nación y el ascenso del fascismo. Visitar la otra Europa, pero no para imponer nada. Tampoco para decir qué hacer o qué decir. O para determinar lo que es correcto o no. Visitar la otra Europa, para preguntar si es que todavía existe vida en la tierra, y si es posible que esta vida que brota todavía pueda construir algo distinto, algo que no mate, como el capitalismo. Construir un mundo de muchos mundos donde no importen las banderas y no existan fronteras.

Bello cuento. Pero más que cuento, bella travesía. Bellos sueños que navegan por un mar rumbo a tierras desconocidas, o todavía ignotas, desde las cuales un día zarpó un tal Colón creyendo que podría descubrir algo. La conquista al revés, pero en todos los sentidos. Porque no se pretende ir a exigir perdón o a sacar cuentas de supuestas deudas. Tampoco se pretende llegar por delante con la bandera del esencialismo indígena o de una narrativa originaria inventada y excluyente. Lo que motiva el navegar zapatista es la articulación de un arcoíris posible. La pregunta por la posibilidad de que en otras latitudes haya todavía gente dispuesta a luchar por ese sueño multicolor.

Si una lección nos han dado l@s zapatistas desde el levantamiento armado de 1994 es que la política no puede ni debe reducirse a un ejercicio de poder asimétrico, delegado en supuestos profesionales e instituciones, simplemente guiado por el principio instrumental del fin que justifica cualquiera de los medios.

La política, a decir de l@s encapuchad@s, es un ejercicio colectivo de escucha y diálogo que no puede marginar a nadie, y tampoco debe caer en la trampa del consenso obligado o el acuerdo impuesto. Este ejercicio de organización de la vida en común tampoco puede estar guiado por el pragmatismo, sino por la potencia creativa contenida en el sin número de voces, opiniones e imaginarios que conforman una comunidad. Solamente así, cambiando el trasfondo y los principios mismos del ejercicio político, es posible el intento de construir la utopía de un mundo de muchos mundos. Un mundo en el cual realmente quepamos todas, todos y todoas.

Es decir, una política libertaria, realmente emancipadora, tiene que ser creativa. Y en su creatividad, disputar los símbolos y las formas oficiales. Esa es otra de las lecciones relevantes del zapatismo. Que la historia que nos han contado es la historia de los vencedores, y que solamente será posible convertir la tragicomedia en la que vivimos en una historia propia, verdadera, abocándonos a la tarea de la resignificación y reelaboración de las narrativas y discursos que le dan sentido a nuestra existencia.

Al respecto, se entenderá que esta conquista al revés no tenga pretensiones de venganza. En tiempos donde las figuras del orden institucional se apropian de un discurso histórico obsoleto e inventado desde arriba, los vencidos de siempre se disponen a seguir navegando, como desde hace al menos 27 años, en busca de nuevos caminos y horizontes. Preguntando caminamos, dice el Sub que decía el Viejo Antonio mientras araba la tierra de sus ancestros. Preguntando navegamos, insisten.