Marco A. Gandásegui H.
La crisis del capitalismo no es igual a la crisis del neoliberalismo. El neoliberalismo fue una estrategia política utilizada para mitigar la crisis del capitalismo que, a partir de la década de 1970, dejó de generar las ganancias necesarias para reproducir el sistema. El neoliberalismo pretendió mitigar la crisis mediante tres acciones concretas: la globalización, la desregulación y la flexibilización.
Las políticas neoliberales fracasaron en su intento de frenar el colapso del capitalismo como sistema capaz de generar excedentes. El neoliberalismo –en el último cuarto de siglo– se anotó varios triunfos que crearon falsas expectativas entre sus defensores. En primer lugar, obtuvo resonantes éxitos en el plano político doblegando a las organizaciones laborales y apropiándose de una proporción mayor de sus ingresos. Fueron los casos de Reagan y Tatcher que le abrieron camino a un nuevo estilo de generar ganancias. Algunos llamaron este nuevo modelo de acumulación la “financiación” de la economía global.
La crisis del sistema capitalista en la década de 1970 remeció los cimientos de las economías de mercado del mundo. Mas espectacular aún, siendo interpretado como otro gran triunfo político del capitalismo, fue el colapso de las economías del “socialismo real” a fines de la década de 1980.
Las políticas neoliberales, promovidas por las instituciones financieras internacionales y las grandes potencias, transfirió riquezas a escala global mediante la rapiña y la “des-posesión”, como la bautizó David Harvey. A su vez, mediante la desregulación, le arrancó a los trabajadores las llamadas empresas públicas, mercantilizando incluso las fuentes de agua. De igual manera, la flexibilización disminuyó la participación de la clase obrera en la distribución de la riqueza que su trabajo generaba.
A pesar de las políticas neoliberales que transfería más y más riquezas de los sectores trabajadores a la clase capitalista, el sistema siguió sin poder generar ganancias. Entre 1975 y 2005, en vez de invertir en actividades productivas (que no podían generar ganancias), los especuladores se dirigieron al sector financiero donde se creaban los mecanismos (artificiales) aún capaces de movilizar los capitales acumulados. El mecanismo, que creaba las llamadas burbujas, lograba generar ganancias pero sin crear nueva riqueza.
La crisis financiera basada en el estallido de la burbuja inmobiliaria en la bolsa de valores de Nueva York es una – pero no la principal - causa de la crisis del sistema capitalista que se arrastraba por un cuarto de siglo o más. Cuando reventó la burbuja de los “sub-prime”, desaparecieron millones de millones de dólares en forma de activos y los estados imperialistas corrieron a salvar sus mecanismos financieros. La economía real se hundió y sigue en un estado de recesión sin perspectivas de una futura recuperación.
La inyección de más de un millón de millones de dólares al sistema financiero no tuvo como objetivo salvar a la economía real. Su propósito era salvar el sistema bancario y los intereses de la clase dominante. En la mejor tradición imperialista, cada país recurrió a sus propias estrategias sin importar el destino de los otros. Las cumbres de los G-8 y G-20 fueron escaparates para tranquilizar a los capitalistas del mundo. En ambos escenarios, las declaraciones emitidas por sus miembros reflejaban una sola realidad: ¡el capitalismo está en bancarrota y no sabemos que hacer!