“Cuidado con las feminazis” “las feministas están destruyendo todo” “las mujeres no son las únicas que sufren violencia”, éstas como algunas otras, son frases que actualmente corren por redes sociales y medios de comunicación, pues es el tema que para todas y todos está en auge y es materia de debate, pero el feminismo va más allá de ser un movimiento “actual”.
A lo largo de la historia hombres y mujeres han contribuido al desarrollo de la sociedad, ya sea desde un puesto laboral, comercio o actividades domésticas, sin embargo, los esfuerzos de las mujeres por alcanzar igualdad de oportunidades y derechos que los hombres tienen, han sido negados, simulados, aplazados, u otorgados en menor proporción, invisibilizando su participación en la sociedad y vulnerando el principio constitucional de igualdad.
El feminismo genera desagrado, es común percibir aquella sensación de molestia al hablar de un tema que cuestiona los parámetros establecidos por el Estado, y los derechos ya designados y otorgados a la sociedad. Se preguntan el por qué las mujeres queremos tener más derechos si vivimos bien con este sistema, y llaman extremas a las medidas que tomamos para exigir al Estado ponga un alto a la violencia que sufrimos.
Escuchamos que el feminismo y el machismo propugnan una misma hipótesis para diferentes géneros, sin embargo, el feminismo es una teoría de igualdad y el machismo una de inferioridad.
El feminismo, defiende que mujeres y hombres somos iguales en derechos y libertades; es una teoría y práctica política articulada por mujeres que, tras analizar la realidad en la que viven, toman conciencia de las discriminaciones que sufren por ser mujeres y deciden organizarse para acabar con ellas. Contrario a esto, el machismo consiste en la discriminación basada en la creencia de que los hombres son superiores a las mujeres en todos los ámbitos, por lo que equiparar ambas teorías es como decir que el racismo y la lucha contra el racismo son lo mismo.
Aunque cada vez se reconoce más la existencia de la violencia contra las mujeres y la urgencia de erradicarla, no suelen faltar los reclamos como; “no son las únicas los hombres también sufren violencia”, cosa que es cierta, muchos otros grupos también sufren agresiones, sin embargo, la violencia contra la mujer se ha tenido que articular con su propio espacio y análisis dado que sucede en otras circunstancias se origina por otros motivos y tiene un impacto diferenciado en las mujeres.
“Están matando más hombres que mujeres”, otra frase que es común escuchar, no obstante, esto no es una agresión sistemática contra ellos por el hecho de ser hombres, como en el caso de las mujeres, además, están siendo asesinados por otros hombres.
“Yo conozco a una mujer que golpeó a su esposo”, no se puede tomar como equivalente la excepción a la regla, esto implicaría que dejáramos a un lado las estadísticas y la sistematicidad, continuidad, reiteración e impacto que tiene la violencia hacia las mujeres.
“Las mujeres están mejor protegidas por la Ley, tienen más días de descanso y gozan de beneficios que los hombres no tenemos”, el hecho de que se nos otorguen derechos se ha convertido en un detonante para la sociedad, agrediendo, violando y asesinando a aquellas que se atreven a formar parte de un “mundo de hombres”, no obstante, en México la mayoría de las direcciones y los altos cargos siempre han sido y son ocupados por hombres, dejando los puestos bajos y menor remunerados para ser ocupados por mujeres.
Las falacias viriles continúan, y una de ellas insiste en que no queda nada por conseguir, en que vivimos en el mejor de los mundos posibles y que ya se ha logrado vivir en mismas condiciones para todas y todos. Sin embargo no estamos buscando únicamente una igualdad positivizada y contenida en papel, buscamos igualdad sustantiva, queremos acciones y no más discursos, lo torál no es la creación de leyes sino la implementación.
La lucha por la igualdad de la mujer no es un tema actual y no nos vamos a detener, porque aunque mujeres y jóvenes nos sobra valor para luchar contra la violencia y sufrir la muerte y mil muertes más, se lo debemos a nuestras antecesoras, a nosotras y a nuestras hijas.
La igualdad de la mujer sólo se logrará en tanto más personas nos comprometamos y adquiramos los herramientas y los conocimientos necesarios que se necesitan para generar un cambio en nuestro entorno.