Hasta el día de hoy (espero), para un sector de la población Felipe Calderón era un Presidente al que se debería añorar y extrañar: “El sí es honesto, responsable y trabajador” escuché decir a más de uno.
No se puede negar que sus números no fueron tan malos. La economía se mantuvo estable y hasta redujo la desigualdad. Nada del otro mundo tampoco.
Pero la autoridad moral es sumamente importante para quien quiere fungir como oposición, y Felipe Calderón está a punto de perderla (a menos que García Luna sea declarado inocente, lo cual, temo, es poco probable). Poco probable también es que Calderón no se haya enterado de las “formas” de García Luna ni de sus vínculos con el Cártel de Sinaloa. Vaya, era quien estaba a cargo de toda la estrategia.
En caso de que Luna haya sido culpable entonces Calderón fue, o cómplice o incluso participó activamente. Poco probable es que haya sido engañado o, como él mismo dice, que desconozca aquello que se le imputa.
La detención fortalece la “leyenda urbana” que recaía sobre el gobierno de Calderón y la cual decía que su gobierno habría pactado con el Cártel de Sinaloa para combatir a los Zetas, ya que éstos últimos eran más violentos. Si bien, habrá quien vea esto como una decisión pragmática, lo cierto es que el mero hecho de una colaboración entre un gobierno (que le había declarado una guerra frontal al narcotráfico) y un cártel, deslegitima por completo lo que fue el sello del gobierno de Felipe Calderón.
¿Y cuál es el problema con esta noticia?
Los problemas son muchos, además de los evidentes que recaen sobre García Luna, quien también pierde, y mucho, es Felipe Calderón:
La menos mala (y muy mala aún) es el deterioro del juicio histórico sobre su presidencia, juicio del cual parece estar actualmente preocupado. La guerra contra el narcotráfico generaba opiniones divididas y las generó hasta la fecha, pero era algo que sus simpatizantes y cierta porción del país le aplaudían. Evidentemente la narrativa sobre la guerra va a cambiar, y con ella, el juicio histórico.
La peor tiene que ver con las aspiraciones políticas del ex Presidente. Con parte de la autoridad moral perdida, no solo su papel de opositor de la 4T perderá mucho peso, sino que su partido México Libre, que está a punto de cumplir con los requisitos (a pesar de las adversidades) perderá mucha legitimidad. Y dicho esto, esta noticia no es una que deba congratular mucho a López Obrador. ¿Por qué?
Porque toda narrativa, discurso, o figuras como López Obrador que basan su poder en una retórica muy fuerte, necesitan a un enemigo para sostener su narrativa como decía Umberto Eco. Ante una oposición debilitada y que no tiene visos de crecer en el corto plazo, Calderón se convirtió en ese enemigo a quien pegarle, por ello AMLO lo mencionaba a cada rato en sus mañaneras. Calderón se convirtió sin querer en un activo de la 4T. Y si bien es cierto que en el corto plazo a López Obrador la noticia le podrá servir mucho para recordarnos lo corrupta que era la “mafia del poder”, lo cierto es que Felipe Calderón como oposición y enemigo se va a debilitar mucho. AMLO necesitaba a un Calderón respondón, que fungiera el papel de enemigo, y el único que hacía algo parecido es Felipe Calderón. ¿A quién se va a agarrar ahora AMLO? ¿A Reforma de nuevo? ¿A una organización civil que no conocen más allá del mundo académico o intelectual?
El otro problema para López Obrador es que la presencia de México Libre en las elecciones le va a ser útil para fragmentar el Congreso. Evidentemente, dicha fragmentación no influirá tanto en la posibilidad de que MORENA mantenga o no la mayoría en el Congreso (al final 10 curules perdidas a manos del PAN completamente o divididas entre el PAN y México Libre siguen siendo 10 curules), pero sí le va a convenir una oposición más dividida y peleada entre sí (cosa que podría llegar a ocurrir dada la animadversión entre Calderón y los panistas) que una oposición completamente unida que le haga frente a MORENA
Y por último, la sensación de que Estados Unidos está haciendo la chamba que el gobierno de la 4T debería estar haciendo, y que México termine exhibido como un narcoestado donde el gobierno y el narco están coludidos. Aunque no sea responsabilidad de López Obrador lo ocurrido, no es como que la opinión pública internacional vaya a señalar que “eso ya no aplica porque el régimen es otro”.
La detención de García Luna tendrá implicaciones dentro del tablero político y no de una forma positiva. Un ex presidente opositor deslegitimado, un PAN que sale embarrado (porque aunque estén hoy peleados con Calderón, él fue presidente estando dentro de este partido), una nación puesta en tela de juicio por la comunidad internacional, mayor desconfianza hacia la clase política y un largo etcétera.
Y fueron los estadounidenses los que hicieron la chamba que a nosotros nos tocaba hacer.
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El Cerebro Habla.
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