EL UNBOXING INTELECTUAL DE “HACIA UNA ECONOMÍA MORAL” DE AMLO.


Por Álvaro López.
Presumen que el libro “Hacia una Economía Moral” de López Obrador es el más vendido, que se convirtió de la noche a la mañana en un superventas. Dicen que en Amazon ya rebasó a Harry Potter como el libro que más se está vendiendo. Y tal vez es evidente por qué ocurre esto, porque se trata del Presidente que tiene, gracias a su investidura, tal poder mediático como para que todo mundo conozca sobre la existencia de su libro. No solo eso, la figura de López Obrador en sí es garantía de ventas, no solo por parte de sus más férreos seguidores, sino por parte de los críticos que leerán con escepticismo (y unos hasta con burla) lo que dicho texto contiene.
Pero ¿la obra de López Obrador está a la altura de la euforia que ha causado? Para eso decidí leerlo y estas son mis impresiones.
Mi primera cuestión es ¿cuál era la necesidad de publicar este libro? El libro pareciera una suerte de combinación de libro de campaña con un informe (otro más) y hasta memorias póstumas. Es un libro al cual es difícil entender su utilidad, dado que López Obrador ya nos ha explicado de qué va su ideario, ya nos ha hablado una y otra vez sobre lo que quiere hacer, qué es lo que ya hizo y qué, de acuerdo con él, ya se ha logrado.
El libro en sí no presenta algo nuevo. Quienes ya hemos leído a López Obrador o hemos estado a su gestión no vamos a encontrar alguna revelación o algo que no supiéramos, todo es como “más de lo mismo”, de esa narrativa que López Obrador repite una y otra vez en todos lados. No hay nada nuevo en el aire.
Pareciera que este libro fue lanzado con mucha prisa. Lo digo por varias razones: por ejemplo, acontecimientos que apenas tienen un mes (como la captura y liberación de Ovidio Guzmán), porque tiene errores de estilo y porque tiene faltas de ortografía imperdonables en un libro (entendiendo que una publicación siempre pasa por correcciones de estilo) tal como sucede en la página 185 donde dice “oprovio neoliberal” (cuando la palabra correcta es oprobio). También podemos ver gráficas que están caducas u obsoletas como ocurre con la que utilizaron para explicar cómo los “gobiernos neoliberales” aumentaron la desigualdad por medio del coeficiente de Gini que solo llega hasta 2012 ¿Cuál era la necesidad de lanzar este libro con tanta prisa? ¿Buscaba el gobierno reavivar la esperanza dentro de un mes tan errático que ya se ha visto reflejado en las encuestas donde la popularidad de López Obrador ha ido a la baja en los últimos días?
“Hacia una Economía Moral” no es un libro de economía, los economistas no encontrarán nada valioso en él. Lo económico se funde con lo ideológico y solo se manifiesta con las constantes culpas que López Obrador le echa al “neoliberalismo” como producto de todos los males. Pero incluso, al analizar los números, AMLO hace eso que en estadística llaman “cherry picking“. Tomemos la misma tabla de GINI: AMLO dice que gracias al neoliberalismo aumentó la desigualdad, pero omite decir que, en ese mismo periodo neoliberal, dicha desigualdad volvió a disminuir a niveles “preneoliberales” en las gestiones de Vicente Fox y Felipe Calderón.
Dado que este libro dice “mucho de lo mismo” podría no valer tanto la pena ahondar en la argumentación, pero sí me parece que hay algunas cosas que valen la pena señalar. Hay algo que AMLO introduce en este libro, y es la intención de construir al fraude como arquetipo a través de la historia para posteriormente ligarlo con el neoliberalismo. Es cierto que López Obrador no es alguien que ignore la historia de México, de hecho me parece que sabe bastante de ella, pero a través de ella hace una interpretación de tal forma que abone a su narrativa. Vemos cómo a través del libro construye el concepto del fraude (desde Hernán Cortés hasta el que denunció en el 2006) buscando analogías y paralelismos. Así, liga el saqueo de Hernán Cortés, el porfiriato y lo que él llama el neoliberalismo (de la cual tiene una definición muy propia y particular). El relato victimista y de lugares comunes se repite una y otra vez.
Es evidente también que el ideario de López Obrador no ha cambiado con el tiempo ni lo ha sometido a actualizaciones, de tal forma que se antoja obsoleto, el mundo ha cambiado pero el concepto que AMLO tiene de él casi no. Por ejemplo, el “crédito a la palabra” típico de algunas políticas actuales es algo calcado de su activismo y su participación en la política desde los años 70.
López Obrador hace una interpretación muy conveniente de la historia que no soportaría el análisis de un politólogo o historiador serio. Más aún cuando él se asume como juez y parte:
Fue en el Porfiriato (1876-1911) que se instauró la corrupción que predominó hasta el triunfo de nuestro movimiento.
AMLO insiste en que el neoliberalismo es lo peor que le podía haber pasado a México. Si bien acierta en algunas críticas, como en las formas turbias en que se llevaron a cabo las privatizaciones, omite la ineficiencia del sector productivo estatal que lamentó que fuera privatizado. Todo aquello que surgió con el neoliberalismo debe ser repudiado y objeto de crítica, incluso las organizaciones civiles y muchas de las figuras que trataron de crearse como contrapesos. Gran parte del libro trata de eso.
Más curioso es que en la práctica López Obrador haya adoptado parte del recetario neoliberal, sobre todo lo que tiene que ver con el adelgazamiento del sector público (una política de austeridad muy agresiva) y ha buscado mantener una macroeconomía relativamente sana. Incluso se jacta de ello y, a diferencia de otras obras, aquí si establece un distanciamiento con los regímenes de Echeverría y López Portillo a quienes critica por despilfarrar y endeudarse. Es evidente que se trata más bien de una cuestión retórica que práctica.
A diferencia de otros libros, es posible, por el contexto en que fue publicado, ver las discrepancias entre la retórica y la realidad. El relato de López Obrador podrá ser atractivo a unos, pero su forma de gobernar ha discrepado. Pongo un ejemplo:
Ya existe un auténtico Estado de Derecho y queremos convertir en hábito la consigna de nuestros liberales del siglo XIX: «Al margen de la ley, nada, y por encima de la ley, nadie».
En la práctica hemos visto algo más bien distinto, sobre todo porque este gobierno ha acostumbrado a saltarse las vías institucionales. Ahí están los tristes ejemplos de la Ley Bonilla o de las consultas que no están reglamentadas por el INE y cuya instrumentación siempre está hecha para beneficiar la postura del gobierno.
El siguiente párrafo, que ha formado parte de la narrativa de AMLO se convirtió de la noche a la mañana en una oda al cinismo, sobre todo con relación al evidente fraude en la selección de la nueva ombudsperson de la CNDH:
Un punto fundamental en este sentido es acabar con la simulación de constitucionalidad tal y como se practicaba en el periodo neoliberal, y acatar puntualmente los límites y las jurisdicciones establecidos en el pacto federal y la división de poderes. Dicho de otra manera, el Poder Ejecutivo no debe inmiscuirse de ninguna forma en las decisiones de los otros poderes, debe respetar las potestades de los niveles estatal y municipal de Gobierno y obedecer las decisiones de la Fiscalía General de la República, el Banco de México, las autoridades electorales y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
Así también hay otras afirmaciones que hacen un poco de ruido, sobre todo atendiendo a esa obsesión del presidente con el periódico Reforma así como las campañas de bots en contra de este diario:
Nadie es perseguido o censurado como pasaba en los gobiernos neoliberales.
En resumen, el libro no trae algo especialmente nuevo que no hayamos visto antes, sobre todo si hablamos de un político que a través de su trayectoria ha tratado de comunicar sus ideales a través de varios libros y otros medios, y que, a través de sus mañaneras y numerosos informes, nos habla cómo es que van las cosas en su gobierno. No es un libro superventas por su originalidad, sino porque se trata de López Obrador, y porque su posición de presidente le da muchos reflectores.
Y me parece que era muy innecesario lanzarlo. Es insistir en algo que ha se ha dicho en numerosas ocasiones.

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El Cerebro Habla.