POR QUIENES SE DOBLA SHEINBAUM.


Por Álvaro López.

En los últimos días, hemos visto varias manifestaciones en las cuales aparecen personas encapuchadas realizando destrozos.

¿Son un sector radical? ¿Son infiltrados? ¿Son anarquistas? ¿Son grupos políticos enfrentados? No lo sé. Sé que en la mañana en Twitter hubo una campaña entre los manifestantes para deslindarse y señalar a los violentos. Me llama la atención, entre los videos que pude ver, que no se trataba de gente que estuviera enojada o llena de rabia, como suele ocurrir con los motines, sino gente que, al parecer se estaba divirtiendo, e incluso parecían tener una suerte de organización o protocolo. No importa si es Ayotzinapa, la marcha feminista o el 2 de octubre, los vándalos hacen acto de presencia.

Muchos lo veían venir en el aniversario del fatídico 2 de octubre del 68 por lo sucedido en los últimos días, pero las vallas humanas no sirvieron.

Me pregunto ¿por qué los civiles tendrían que orillarse a conformar vallas humanas? ¿Qué ese no es trabajo de las autoridades, el de evitar que se vandalice propiedad privada y se atente contra la propiedad de terceros?

Peor aún: ¿Por qué el gobierno de la CDMX envía a sus empleados a formar esas vallas? ¿Por qué el gobierno pone en riesgo a ciudadanos inocentes? ¿Por qué utilizan a personas que laboran en el sector público, lo cual viola la Ley Federal el Trabajo, para llevar a cabo una tarea que debe recaer en el orden público? ¿No se dan cuenta del problema? Terrible lo que está ocurriendo bajo la jefatura de Claudia Sheinbaum

No, no estoy pidiendo que “resucite Díaz Ordaz”, ni que se cometa una represión arbitraria, menos aún cuando la mayoría se está manifestando de forma pacífica, derecho que debe respetarse irrestrictamente. Simplemente que las autoridades ejerzan la ley con la mínima violencia posible necesaria para evitar que los vándalos sigan atacando propiedades de terceros. 

La fuerza pública primero debe disuadir estos actos con su presencia, de tal forma que los potenciales vándalos sepan que si el mero acto de vandalizar va a tener un costo. Pero en vez de eso vimos a los vándalos encapuchados haciendo de las suyas sin que absolutamente nadie haga nada.

El problema ya no es el vandalismo en sí. Las paredes de los edificios públicos se pueden limpiar.

El problema son las señales que está mandando, señales de un Estado débil, displicente e incapaz el cual no reacciona ante las eventualidades y es fácil de someter. Esto es una joya para los delincuentes, porque si ellos perciben que los actos que llevan a cabo los demás no tienen consecuencias por las razones anteriormente mencionadas, entonces asumirán los suyos tampoco los van a tener y que el precio a pagar por delinquir es mucho menor.

Y eso, en un país como México donde los índices de inseguridad son altísimo y donde el narcotráfico es un cáncer que no se ha podido extirpar, es muy peligroso, mucho.

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El Cerebro Habla.