Personalmente jamás oculté ni ocultaré mi simpatía y atracción hacia el movimiento zapatista; sus formas y visiones. Este afecto que nace de la sensación de que en ellos y sus propuestas está la posibilidad real de otro mundo posible no implica el ser acrítico hacia ciertas propuestas o errores que, como todo sujeto de la historia, han cometido. Con esto no quiero decir que la propuesta del Congreso Nacional Indígena y el EZLN sea una equivocación, sino que debe ser analizada y complejizada desde los diversos ámbitos invitados a la transformación social.
Aquí algunos puntos que considero importantes para el análisis y la reflexión de la propuesta de Candidatura Indígena por parte del CNI-EZLN.
1.- La propuesta de participar en la coyuntura electoral del 2018 contradice, al menos en apariencia, el principio anti-electoral que el zapatismo ha reivindicado desde la Convención Nacional Democrática de 1994 (al rechazar apoyar la candidatura de Cárdenas, o la de algún otro candidato, fuera de “izquierda” o no) hasta al menos el año pasado (cuando en el Seminario “El Pensamiento Crítico Frente a la Hidra Capitalista” la Comisión Sexta y la Comandancia subrayaron que “no creían ni participarían de ninguna manera en ningún proceso electoral”).
2.- Esta reivindicación no necesariamente implica que un sujeto histórico-revolucionario como el EZLN y el CNI estén acotados a un discurso o que no puedan transformarlo. Al menos aquí me parece importante señalar que la sorpresa de la candidatura fue mucho más “fuerte”, y en ciertos sentidos despreciada ( o no tanto), por la academia que generó un discurso propio en torno al zapatismo y sus propios anhelos. Platicando con un académico tan reconocido como John Holloway, referencia en el tema, desde sus propios marcos teóricos esta contradicción responde a la ya familiar “capacidad de sorprendernos” de los zapatistas y su capacidad de transformarse con el tiempo. El acotarlos y sujetarlos a un solo discurso o dinámica es un ejercicio de soberbia de parte de la “comunidad científica”. Sin embargo, el mismo Holloway reconoce su recelo hacia la propuesta y la considera como un “juego muy peligroso”.
3.- Para Walter Benjamin, uno de los filósofos marxistas menos dogmáticos y más “místicos”, el sujeto revolucionario debía ser un sujeto creativo, con humor, común y corriente. (Dirían aquí los zapatistas “gente común, es decir, rebeldes”) Este sujeto, al ser común, vive y expresa las contradicciones propias de todo sujeto. En este sentido es que los zapatistas en la “Sexta Declaración de la Selva Lacandona” dicen que, como todos, son rebeldes que viven contradicciones profundas con las que deben lidiar, que quieren acortar y que van probando y levantando en el camino. No son una sola cosa y ya.
4.- La “izquierda” institucional tiene una visión muy acotada de lo que es la “izquierda” como tal. Recuperando un idea de Raúl Zibechi, es cierto que la izquierda no puede reducirse a un listado de características dogmáticas que la hagan “ser de izquierda”, pero sí debe demostrar su altura ético-política. En este caso el zapatismo ha estado a la altura, el PRD o Morena, que luchan en el juego del poder y el dinero, no estoy tan seguro. Quiero decir que los que monopolizan el “ser de izquierda” quizás ni siquiera lo sean. Habrá que discutirlo.
5.- Si el zapatismo no se transformara ni contradijera, si no nos sorprendiera y nos hiciera pensar o discutir cada paso hacia otro mundo posible y necesario, si no hiciera enojar a los poderes del arriba (sean de “izquierda” o derecha) no sería zapatismo. Lo estático, lo institucional, lo unívoco no es propio de ese ser colectivo tan “otro” que es (y no es).
6.- Personalmente me parece una apuesta peligrosa y con la que tengo muchas complicaciones y desacuerdos. Lo bueno del zapatismo es también que les importa un carajo lo que diga(n) de ellos, ellos están en lucha y la hacen desde su pueblos, aunque para todo México. Por la humanidad y contra el neoliberalismo que nos mata a todos cada día.
7.- Recordemos, ante tanto cambio, aquello que Marcos (que no es “el zapatismo” él solito, como creen [de manera un poquito, sólo un poquito racista] algunos moneros de La Jornada y algunos izquierdistas) escribió al periodista Gaspar Morquecho en Febrero de 1994 acerca de sus intenciones: “¿La toma del poder? No, apenas algo más difícil: un mundo nuevo.” Sea y a ver como sigue el curso de la (contra) historia.