JODER A MÉXICO.


Por Alvaro López.

Peña Nieto tiene razón.

Yo tampoco creo que algún presidente se levante con la intención de joder a su país. Hasta el presidente más inepto se preocupa por el juicio de la historia.

Si ex presidentes como Carlos Salinas escribieron libros sobre su presidencia y los ineptos que fueron los que los sucedieron; así como Díaz Ordaz, Luis Echeverría o López Portillo concedieron entrevistas para “aclarar dudas” sobre su gestión, es porque les preocupa de alguna forma que la opinión pública sea favorable con ellos. Si quisieran “joder a México” deliberadamente, no tendrían la necesidad de hacer eso.

Otra cosa es que en la práctica lo jodan.

Los políticos corruptos no logran ver la dimensión de su corrupción como cualquier gente normal la ve porque están muy acostumbrados a ella. Una persona no se corrompe de la noche a la mañana, más bien empieza a corromperse cometiendo actos pequeños, de tal forma que el cerebro comienza a emitir menos estímulos de incomodidad, con lo cual entonces pueden comenzar a cometer actos de corrupción más grandes. Entonces pueden verse envueltos en escándalos de corrupción sin que eso les genere mayor remordimiento.

Es decir, para ellos, los actos como los desfalcos o las casas blancas no son actos tan reprobables, incluso pueden llegar a sentir que tienen el derecho de.

No es como que Peña o Javier Duarte se levanten y digan ¡Hoy voy a joder a México! Simplemente creen que los puestos que tienen y las relaciones de poder que los sostienen les dan derecho a hacer lo que quieran.

Y de hecho muchas veces se preguntan dentro de sus corrompidas cabecitas por qué son tan detestados. Llegan a pensar que existe una conspiración en contra de ellos, que alguien está maquinando un plan malévolo para hacerlos caer.

Si un político quisiera deliberadamente “joder a México” ni siquiera tendría que tratar de quedar bien con los demás, ni menos necesitaría de invertir una gran cantidad en publicidad para aparecer en todas las pantallas y decir de forma cínica que la popularidad no les importa. En mayor o menor medida, los políticos y sobre todo los presidentes se preocupan por el llamado “juicio de la historia”. Su anhelo es servirse a ellos y a los suyos y al mismo tiempo ser recordados por el pueblo como aquel político dadivoso que hizo historia en su comunidad.

Los políticos corruptos no sólo han aprendido el arte del engaño, sino el del autoengaño también. Ellos mismos suelen distorsionar la realidad bajo la que viven y la que gobiernan, de tal forma que ésta no las confronte o lo haga lo menos posible. Y así entonces, pueden despertarse en las mañanas sin sentir que van a joder a alguien (a menos que se trate de un personaje contrario a ellos al cual le quieran cobrar un favor).


No, Peña no se equivocó, tiene razón. No quiere joder a México. Pero lo jode.

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Fuente: El Cerebro Habla.