EL FRACKING, ARMA SECRETA DE ESTADOS UNIDOS.


Por Germán Gorras.

La producción de petróleo de forma convencional en EEUU alcanzó su máximo nivel en 1970 y después comenzó a declinar. En el año 2005, el país tuvo que importar casi el doble del total de crudo producido, hasta la aparición de la revolucionaria y controvertida técnica del fracking, hija del ingeniero George Mitchell y que consiste en la extracción de gas natural no convencional mediante la fracturación de la roca madre (pizarras y esquistos) para la extracción de gas de esquisto (shale gas) y de petróleo ligero (shale oil), técnica en la que EEUU es pionero en su aplicación, especialmente en los estados de Texas, Oklahoma, Dakota del Norte, California, Colorado y Montana.


Según datos publicados por la Administración de Información de Energía de EEUU (AIE), dicho país se habría convertido ya en el principal exportador mundial de combustibles refinados (gasolina y diésel), pudiendo convertirse en el horizonte del 2017 en exportador neto de gas natural licuado (GNL) y además habría alcanzado una producción mensual de crudo equivalente a 6,5 millones de barriles diarios provenientes de los campos tradicionales y de las nuevas explotaciones de petróleo en roca porosa (Dakota del Norte). Teniendo en cuenta que el consumo doméstico de EEUU se movería en la horquilla de los 16 a los 20 millones de barriles diarios, seguirá siendo importador neto de crudo hasta el 2035, estimándose que en el 2020 el petróleo importado representará tan sólo el 26% de su mercado interno debido a la combinación de una alta producción interna y de un bajo consumo de crudo en el país tras asistir a su progresiva sustitución del petróleo por biocombustibles, GNL y energías renovables, especialmente eólica, biomasa y fotovoltaica.

En la actualidad, el 45% de las importaciones de crudo de EEUU proceden de Oriente Medio y Norte de África, pero la nueva geoestrategia energética pasaría por tener a Canadá como principal proveedor de crudo. Para ello está proyectada la construcción del oleoducto Keystone XL para transportar el crudo canadiense hasta el Golfo de México. Este hecho tendrá como efectos colaterales la progresiva disminución de importaciones de crudo procedentes de la OPEP, México, Colombia y Brasil, así como la drástica reducción de sus compras a Venezuela con el objetivo inequívoco de lograr la asfixia económica del régimen de Maduro y fagocitar sus reservas de petróleo, lo que obligará a México y Venezuela a redireccionar sus exportaciones hacia China y la India.
El fracking y la rusodependencia europea

El proyecto del gasoducto conocido como Nabucco West, proyectado por EEUU para transportar el gas azerí a Europa a través de Turquía, Bulgaria, Rumania y Hungría y así evitar el chantaje energético ruso, fracasó al haberse inclinado Turkmenistán, Uzbekistán y Kazajistán por el proyecto ruso del gasoducto South Stream y retirarse finalmente Azerbaiyán del proyecto en junio de 2013, siendo elegida la vía alternativa del gasoducto transadriático TAP (Trans Adriatic Pipeline). Mediante el TAP Azerbaiyán exportará su gas hacia Europa a través de Grecia, Albania e Italia, sin embargo, no supone ninguna amenaza para los intereses de Rusia, puesto que sólo puede transportar un tercio del proyecto Nabucco.

Asimismo, la coalición de intereses ruso-alemanes ideó el proyecto Nord Stream inaugurado en el 2011 y que conecta Rusia con Alemania por el mar Báltico, con una capacidad máxima de transporte de 55.000 millones de metros cúbicos (bcm) de gas al año y con una vigencia de 50 años. Dicha ruta se estima vital para Alemania y los Países Nórdicos, por lo que ha sido declarado de “interés europeo” por el Parlamento Europeo y crucial para la geoestrategia energética rusa, ya que con dicha ruta se cerraría la pinza energética rusa al descartar a las Repúblicas Bálticas y Polonia como territorio de tránsito.
EEUU tiene como objetivo sustituir la rusodependencia energética europea por la frackingdependencia

Por la parte rusa, en el 2007 presentó el proyecto del gasoducto South Stream, gasoducto de 39.000 millones de dólares que recorrería Rusia, Bulgaria, Serbia, Hungría, Eslovenia e Italia y que debía garantizar el suministro de gas ruso a la UE, evitando el paso por la pro-estadounidense Ucrania tras la crisis del gas del invierno del 2006 y los recortes de suministro producidos en incontables países de la UE.

El proyecto dormirá en el limbo de los sueños tras la negativa de Bulgaria a participar debido a las fuertes presiones de EEUU, cuyo objetivo inequívoco es sustituir la rusodependencia energética europea (30% del gas que importa la UE procede de Rusia) por la frackingdependencia, inundando el mercado europeo con el GNL (gas natural frackeado en EEUU y transportado mediante buques gaseros) para hundir los precios del gas ruso así como impulsar la utilización de la técnica del fracking en todos los países de la Europa Oriental. El llamado “arco del fracking europeo” que se extendería desde los Países Bálticos hasta la Ucrania europea, pasando por Polonia, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Rumanía y Bulgaria y que dependerá de la tecnología de empresas estadounidenses como Chevron o Shell.

La utilización del fracking en Europa estaría envuelto desde sus orígenes en la polémica por su posible impacto ecológico, al estar presuntamente relacionada su utilización con posteriores contaminaciones de acuíferos y actividad sísmica, del que sería paradigma la pequeña localidad de Assumption, Luisiana (EEUU), pero dada la ausencia de avales científicos definitivos y visto el déficit energético de la Unión Europea, la CE prepara ya una propuesta legal para regular su utilización.


Así, Bruselas pretende que las compañías que estén dispuestas a realizar este tipo de exploración del llamado shale gas, tengan que cumplir con la directiva Reach en materia de agua y de productos químicos, pues existen países como Francia donde ya con Sarkozy prohibieron esta práctica a pesar de disponer de las mayores reservas de la zona europea; otros como República Checa, Dinamarca y Bulgaria donde estaría vigente una moratoria y finalmente Lituania, Polonia y Reino Unido que habrían ya iniciado los trabajos para investigar la posible aplicación del fracking en sus respectivos países, no siendo descartable que tras el chantaje energético ruso la mayoría de países de la UE sucumban al espejismo energético del fracking y terminen por utilizar dicha técnica en el horizonte del 2020 a pesar de las protestas de los grupos ecologistas anti-fracking.
¿Hacia un nuevo Chernobyl?

El gas argelino podría ser la alternativa a la rusodependencia energética europea. En la actualidad, Argelia exporta su gas a través de tres gasoductos: dos Argelia-España, uno de ellos pasando por Marruecos, que no están conectados a la red europea y un tercero Argelia-Túnez-Italia. Tras la crisis de Ucrania, los dirigentes de la UE habrían establecido como prioridad la necesidad de mejorar la conexión gasista con la Península Ibérica mediante un gasoducto que conecte a España con Francia a través de Cataluña (gasoducto Midcat) por el que España haría llegar a la red energética europea el gas de Argelia, equivalente a la mitad del que llega desde Rusia a través de Ucrania, no siendo descartable la intensificación de las acciones armadas de los grupos yihadistas en Argelia teledirigidos por EEUU con el objetivo inequívoco de sabotear los citados gasoductos que abastecen a la Unión Europea.

Ello tendrá como efectos colaterales una psicosis de desabastecimiento y un aumento estratosférico de los precios, lo que aunado con la actual situación anémica del euro respecto al dólar, imposibilitará a los países periféricos europeos asumir el coste añadido y les obligará a la explotación de obsoletas minas de carbón, a la utilización de la controvertida técnica del fracking y a la reapertura de centrales nucleares cadavéricas (Garoña) para satisfacer una minimalista demanda energética tras el retorno a escenarios ya olvidados de economía autárquica y que tendrá como efectos colaterales un incremento desbocado de las emisiones de CO2 y la posible reedición de un nuevo Chernobyl.