AHÍ VIENE EL TREN


Por Roberto Longoni
Twitter: @Galleta27

“Puedo seguir porque he visto amor”
Jon Sobrino S.J. 

Si la tierra vibra es porque algo trae. La leña está encendida desde temprano, los frijoles se van cociendo y las bolsas son llenadas una a una, amarradas con amor, con humildad, con seguridad y esfuerzo. Quizás hoy no haya mucho que comer en casa, pero alguno de esos caminantes se llevará un bocado a la panza. 

Si la tierra vibra es porque algo trae y el lodo empieza a quebrarse, el calor quema también desde temprano, pero aunque hicieran 100 grados centígrados, aquí no hay excusas, porque el amor verdadero no se guarda nada, no ve obstáculos, no pregunta por el pasado, más bien cree en el futuro. Y también cree en cualquiera que se nombre persona. Sea alto, flaco, moreno, tatuado, bueno/malo, mara, pobre, marihuano. Aquí solo hay amor. 

La tierra vibra y anuncia “¡Ahí viene el tren!” Todo está listo. Se corre, con amor, se cruza la vía, con amor, se llenan botellas de agua, con amor, se extienden los brazos, con amor, y se da con amor, porque no hay otra forma de dar. Se da sin pretextos, sin preguntas, viendo a los ojos, sin distinción, sin fotos, encarando la realidad, cruel, inhumana, pasajera, con todo el corazón. 

El eco del tren sigue sonando todo el día, toda la noche. Ese eco que desde hace tanto algunas se atrevieron a escuchar. El tren trae lucha, trae olor a quemado y trae seres humanos con ilusiones, sueños. Quizás algo es seguro, más que una bolsa de comida o una botella de agua, lo que se da es esperanza. 

Esto es lo que hace el grupo Vive Migrante, a cargo de la señora Clementina Romero, en la comunidad de La Patrona, Córdoba, Veracruz. Dan amor a miles de migrantes centroamericanos que a diario pasan montados en “la bestia”, en camino a una esperanza. Clementina, como tantas mujeres humildes de este planeta, carga en sus espaldas con todo el dolor del mundo, y transforma ese dolor en esperanza.

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Fotografía de Isabel Muñoz.