Por Roberto Longoni.
El poema más corto escrito en lengua española está conformado por la misteriosa y atrayente simpleza de dos letras: NO. Como poema es conciso, candente, métrico, preciso y profundo. ¿Qué se esconde detrás de estas letras? Historias, luchas, respuestas, miles de significados.
En el Chile de 1988 miles de personas se unieron bajo la bandera del NO. NO a más años de dictadura, odio y genocidio. NO a más años de un país dividido y peleado en sus entrañas. Un 5 de octubre de ese año, los chilenos comprendieron su labor histórica y la asumieron. A pesar del miedo y las amenazas fueron y dijeron, gritaron, declamaron un NO generalizado que fue capaz de derrocar a un oxidado dictador.
Estos aires de negación rebelde volvieron a soplar este domingo, en el centro de la cultura occidental, en la madre de la democracia, en la insurrecta Grecia. Frente a la cuerda asfixiante del Banco Mundial y la Unión Europea, los griegos decidieron, gobierno y pueblo unidos como un solo sentir, decir NO a la deuda, al abuso y la opresión de siempre. Frente a la muerte propuesta por las grandes potencias dueñas del mundo, Grecia repitió el poema de la dignidad que comienza con un NO, y sigue con los adjetivos ganados cada día: democracia, libertad y justicia.
La primera vez que dije un NO conscientemente fue por negarme a hacer algo que no me parecía correcto. La libertad de decidir se hizo presente y humana. Ya lo decía Mario Benedetti a su hijo: “uno no siempre hace lo que quiere, pero tiene el derecho de no hacer lo que no quiere”. Ese derecho, ese poder que da libertad, el negarnos a aceptar lo que creemos está mal, nos lo han recordado los griegos estos días.
El poema más corto del mundo resuena en los bordes de esté, no seamos sordos, escuchemos y repliquemos un NO profundo, que cale en los hondos cimientos del poder.