Por Aída Elízabeth García Ángeles
La sociedad puede ejecutar, y ejecuta, sus propios decretos; y si dicta malos decretos, en vez de buenos, o si los dicta a propósito de cosas en las que no debería mezclarse, ejerce una tiranía social más formidable que muchas de las opresiones políticas, ya que, si bien de ordinario no tiene a su servicio penas tan graves, deja menos medios de escapar a ella, pues penetra mucho más en los detalles de la vida y llega a encadenar el alma. John Stuart Mill, Sobre la libertad.
La globalización es un proceso económico, tecnológico, social y cultural a gran escala, que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo unificando sus mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global.
A menudo, se identifica a la globalización como un proceso dinámico producido principalmente por las sociedades que viven bajo el capitalismo democrático o la democracia liberal y que han abierto sus puertas a la revolución informática, plegando a un nivel considerable la liberalización y democratización en su cultura política, en su ordenamiento jurídico, económico nacional y en sus relaciones internacionales.
Este proceso originado en la Civilización Occidental y que se ha expandido alrededor del mundo en las últimas décadas de la Edad Contemporánea (segunda mitad del siglo XX) recibe su mayor impulso con la caída del comunismo y el fin de la Guerra Fría, y continúa en el siglo XXI.
Tenemos así, que la apertura y universalidad, se constituyen como pilares fundamentales de la corriente globalizadora lo que ocasiona que las naciones que adoptan éste proceso generen cambios dentro de las estructuras primigenias u originarias, para dar paso al proceso de expansión y así lograr beneficiarse del proceso homogénico, motivo por el que muchos de los sistemas o procesos de funcionamiento interno y originarios se modifican, cambian, desaparecen o fusionan.
Ahora, dichos pilares de apertura y universalidad se constituyen como la justificación que deviene de la influencia y presión que ejerce la economía mundial la cual condiciona a las sociedades en las que vivimos.
Dentro de los sistemas originales o primigenios que se ven afectados con el proceso de expansión, se encuentra el ordenamiento jurídico, mismo que permite legitimar al nuevo sistema de implantación, tal como sucede, por ejemplo, con la implantación en México del Nuevo Sistema de Justicia Penal o más visible aún en materia de derecho internacional, con la firma de tratados o convenios internacionales en diversas materias, principalmente en materia económica (tratados de libre comercio), en razón de lo anterior, es que un país (Estado receptor) se ve en la necesidad de uniformizar, estandarizar y simplificar procedimientos y regulaciones nacionales e internacionales con el fin de mejorar las condiciones de competitividad y “seguridad jurídica” (seguridad jurídica para protección de los ciudadanos de las naciones dominantes principalmente), además de universalizar el reconocimiento de los derechos humanos para uniformar temas de moralidad lo que lleva consigo la defensa del discurso de los países dominantes como dictadora o rectora de lo considerado correcto o incorrecto.
Como toda lógica de expansión utilitarista, puede entenderse que se buscan beneficios en el menor tiempo posible con utilidades que puedan hacer fluir capital y de ésta forma seguir expandiéndose.
Así pues, entendemos ésta expansión como una nueva forma de colonización, es decir, introducir la noción de lo novedoso, lo moderno como bueno, positivo y productivo, induciendo en las naciones locales la idea de que sus sistemas en lo económico, político o jurídico son obsoletos, por lo que se les otorga el valor simbólico de inservibles y en muchas ocasiones modificando en su totalidad el sistema que regía y principalmente pasando por alto el impacto que tendrá la aplicación de un sistema extranjero en un sistema ajeno a la población, geografía o cultura en el que se va a implantar y en consecuencia se ve como un obstáculo que debe ser reformado o moldeado al interés expansivo; en pocas palabras, el nuevo sistema globalizador se vende como el remedio a lo viejo, a lo ineficiente, a lo defectuoso aunque su significado real es quitar obstáculos a la expansión, aunque ésta no sea benéfica.
Lo anterior penetra de tal forma que la heterogeneidad tradicional de la esfera cultural se va extinguiendo con la llegada de la universalización de la cultura comercial, conquistando las esferas de la vida social, los estilos de vida y casi todas las esferas de las actividades humanas. Razón por la que como señala Mario Vargas Llosa >>El individuo se desindividualiza, se vuelve masa y de una inconsciente manera regresa a los tiempos primitivos de la magia y la tribu, de conquista y aniquilación simbólica.[1] La cultura de masas y su indiferencia, la abolición de lo trágico, el hedonismo, la pérdida de la conciencia histórica y el descrédito del futuro, la moda y lo efímero, el culto al ocio, la cultura como mercancía aparecen como una nueva forma de control de los comportamientos del narcisismo colectivo.
Si bien, podemos entender que existen ciertas ventajas en la introducción de este proceso llamado globalización, es natural cuestionarse sobre lo que se pierde al adquirir una panacea, que de momento, puede resultar conveniente pero que finalmente sus consecuencias pueden ser contraproducentes, cual fármaco que puede aliviar un síntoma o patología focalizada, pero que tarde o temprano tendrá un efecto secundario del cual puede emerger otra patología o varias patologías que lleven al colapso de la estructura. Y si bien es cierto que todo sistema tiene una caducidad, no menos cierto resulta que podemos vaticinar el colapso de esta, al percibir que se compone de retazos que dan forma a un híbrido de conveniencia.
Nos ha quedado claro que hablar de globalización es hablar de expansión y de un proceso en el que las sociedades se interrelacionan y fusionan culturas entre sí, actualmente, la cultura Occidental impulsa y encabeza dicho proceso y como forma lógica podemos entender (como en toda colonización) que busca alinear no sólo procesos de producción (si lo vemos desde un punto de vista utilitarista) sino también se hace obvio el objetivo de homologar procesos de pensamiento que empaten con la visión del mundo Occidental, para como en una evangelización (por llamarlo de un modo explicativo) se pueda propagar la filosofía de este proceso expansivo y de esta forma la idiosincrasia de las zonas en expansión (Estado receptor) caigan en desuso por el desinterés del Estado homogenizante (casos de discriminación indígena por los propios nacionales), insertando en su lugar el cosmopolitismo de la sociedad abierta occidental lo que trae consigo un efecto dominó de una serie de situaciones no previstas por las naciones en las que se introduce el proceso de globalización. Una de estas situaciones y característica principal del proceso de expansión es el multiculturalismo, ya que con la expansión empresarial y comercial se van insertando modelos extranjeros de formas de vida y costumbres diferentes a un nuevo entorno (estado receptor).
Los desplazamientos geográficos traerán consigo diversos efectos, considerando adecuado destacar el de fusión multicultural, comprendido éste como la unión de diversas culturas que se relacionan entre sí, dando lugar a un proceso de asimilación o adopción de idiosincrasia occidental (principalmente) como efecto de la fusión multicultural.
Definición de la palabra Fusión según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española:
>> Fusión:
(Del lat. fusĭo, -ōnis).
1. f. Acción y efecto de fundir o fundirse.
2. f. Unión de intereses, ideas o partidos.
3. f. Econ. Integración de varias empresas en una sola entidad, que suele estar legalmente regulada para evitar excesivas concentraciones de poder sobre el mercado.
Fundir.
(Del lat. fundĕre).
1. tr. Derretir y licuar los metales, los minerales u otros cuerpos sólidos. U. t. c. intr. y c. prnl. (...)
(…) 4. tr. Reducir a una sola dos o más cosas diferentes. U. t. c. prnl >>
Tal como pudimos analizar la palabra fusión nos remite a la palabra fundir la cual refiere a “Reducir a una sola dos o más cosas diferentes”.
Por lo que dicha definición aplicada al contexto del proceso de globalización es entendida como la reducción de una cultura o ideología sobre de otra, la cual por su puesto, siguiendo la línea de la lógica y de lo utilitarista, denota evidente que el proceso de fusión de la cultura dominante absorberá a la débil por cuestiones de conveniencia más que de reciprocidad y buenos deseos, tal como sucede específicamente en el ejemplo de Estados Unidos de América en relación con los llamados (muy diplomáticamente) países en vías de desarrollo o como definiría el economista y demógrafo francés Alfred Sauvy con <>[2].
Aquí comienza la pérdida de la identidad, la pérdida de la soberanía, de la individualidad misma, no hay una base sólida ni un anclaje emocional estable; todo se desliza en una indiferencia relajada al introducir elementos, historia, cargas simbólicas ajenas de País o Estado dominado, lo cual a su vez, generará a la larga un deterioro en el tejido social que lo va degradando hasta disolverse y dejarlo sin identidad alguna, sin esencia diferenciadora.
De esta forma se puede entender al multiculturalismo (fusión cultural) <>[3].
Y es así cómo la demostración homogeneizada del mundo actual se aprovecha y el desajuste respecto al orden existente se interpreta convenientemente, explicándola y profetizándola como un estado de normalidad y progreso (reprogramación neurolingüística en masa), que consistiría básicamente en la justificación ideológica del capitalismo global.
<< Lo que “despolitiza” y pretende dar por terminado el debate ideológico es la dominación del poder económico capitalista, que sólo utiliza la idea del “multiculturalismo” como ariete contra los poderes nacionalistas locales que pretenden defenderse >>.
Simplemente la vieja hipocresía se ha actualizado, pero no son los “derechos humanos” los que colonizan al mundo, sino el capital y los ejércitos; y para colmo en nombre de los “derechos humanos.
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[1] Mario, Vargas Llosa, La Civilización del Espectáculo, Alfaguara, España 2012.
[2] Alfred, Sauvy , Tres mundos un planeta, revista francesa L'Observateur, 14 de agosto de 1952.
[3] Zizek, Slavoj, En defensa de la Intolerancia, Sequitur, Madrid, España, 2007.
Por Aída Elízabeth García Ángeles, Licenciada en Derecho por la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, estudiante de la Maestría en Derecho (con énfasis en Derechos Humanos y Telecomunicaciones) de la Facultad de Derecho de la UNAM.