Editorial.
En días pasados, el titular de la Procuraduría General de la República, realizo un cese fulminante a Alfredo Castillo, quién fue nombrado comisionado en “Tierra Caliente", supuestamente para pacificar Michoacán, pero sin embargo en realidad fue castigado por intentar madrugar con 16 delegados a Jesús Murillo Karam.
Así mismo, es importante mencionarse que la revista Proceso, publico un reportaje a donde se dice que Alfredo Castillo al mover a los delegados les pedía su mochada, sin embargo empezaron a realizarse reuniones privadas en las que se fueron dando a conocer todas esas irregularidades.
Ante esta situación, diversos medios de comunicación han señalado que el nuevo comisionado fue premiado, pero sin embargo en realidad fue castigado, ya que lo mandaron a "tierra de nadie" para tratar de enderezar un Estado Fallido. Hay quienes se atreven a decir que este show solo se trato de una lucha por el poder y termino ganando Murillo Karam, quién ha sabido mover las piezas adecuadamente para que la procuraduría camine con eficacia.
Entre los delegados que no fueron aceptados por el procurador se encuentra Jesús Isaac Acevedo Román, Jorge Alberto Álvarez Mendoza, María del Carmen Archundia Escutia, José ramón Ávila Farca, Alfredo Becerril Almazán, Pedro Luis Benítez Vélez, María Elena Camacho Robles, Gabriel Cambrón Castellanos, Iván Jacobo Martínez Gutiérrez, Eladio Molina Monroy, José Juan Monroy García, Victoriano Porcayo Domínguez, Jaime Rodríguez Aguilar, Liliana Guadalupe Rosillo Herrera y Blanca Carina Soto Cerecedo.
Se comenta en las cloacas de la Presidencia de la República, que esos delegados y sus nombramientos quisieron ser una imposición proveniente del más allá, sin embargo el titular de la PGR, no fue sorprendido y actuó pensando que hay entidades muy susceptibles y que no se debe abusar del poder con que se cobijan muchos desde los pinos. Por algo Jesús Murillo Karam ha sabido penetrar y capotear los problemas que existen en la procuraduría porque sabe que el pueblo puede resistir casi cualquier tempestad, excepto las injusticias.