Por Miguel Ángel Serna Ortega
Investigador Histórico
Una costumbre o rasgo cultural que identifica a México, es sin duda la celebración a los antepasados, conocida en general como: día de muertos. Ésta ceremonia-festejo, según se tiene conocido, muestra valores culturales de los pueblos originarios, mezclados con las creencias religiosas hispanas. La serie de festejos llevados a cabo hasta el momento tienden a variar según las religiones y los grupos sociales participantes, de tal suerte que pueden observarse en los actos preparados, grados distintos de ritualidad. Se puede afirmar que los actos más expresivos de la creación se realizan en los pueblos indígenas, aunque la costumbre sigue muy arraigada en numerosos centros urbanos.
En el estado de Hidalgo la celebración a los antepasados o Día de Muertos suele denominarse Todos Santos y Fieles Difuntos, empleándose los días 1 y 2 de noviembre, para ello; sin embargo dichas fechas emblemáticas requieren de periodos previos de preparación, que consta en algunos casos de meses, pues se debe realizar el cultivo de la flores para los arreglos, y en engorda de animales para los platillos especiales.
La mencionada expresión cultural Día de Muertos se lleva a efecto en las distintas regiones que componen la entidad, logrando una cobertura territorial. En éste caso, pueden observarse en las regiones de los llanos, Mezquital, Sierra Alta, Sierra Gorda, Sierra Oriental, Valle de Tulancingo, Sierra Baja, destacando por su colorido e importancia social la que se desarrolla en la zona Huasteca, espacio geográfico determinado por lo étnico, en éste caso, por el grupo náhuatl.
El ceremonial a los muertos realizado en la Huasteca recibe el nombre de Xantolo, y según se dice, deriva del latín sanctorum. La acepción náhuatl Xantolo significaría pues “fiesta de muertos”, y responde en el pensamiento indígena, a una forma de veneración y remembranza hacia los familiares y vecinos fallecidos, de quien sus “espíritus” regresan a la tierra para visitar a sus antiguos parientes, gracias al permiso otorgado por Mictlantecutli, dios que gobierna el Mictlán o reino de los muertos.
Como está señalado, éste tipo de ceremonial inicia preparativos meses antes; en el mes de mayo por ejemplo, las familias indígenas compran cerdos y aves para su en gorda y posterior venta. Un mes mas tarde 29 de junio se lleva a efecto el cultivo de la flor cempoalxochitl y “mano de león” o mistonmaitl en las milpas y corrales. Con ésta flores se adornaran a partir de Octubre los “altares” y los cementerios. La flor de cempoalxóchitl significa, en éste caso, la vida y la muerte, con ellos se preparan “cadenas” o “arcos”, mismos que representan el universo, compuestos de trece cielos.
Según las creencias indígenas de la Huasteca, el día 29 de septiembre Fiesta de San Miguel Arcángel inicia el regreso a la tierra de las almas desde el cementerio; por lo que en ésta fecha se comienza la ceremonia de entrega de la primera ofrenda cuyo contenido son tamales y café. Una segunda “ofrenda” se verifica el 18 de octubre, Fiesta de San Lucas-, momento en que se corta plátanos verdes esperando su maduración en las fechas principales. También se muele cacao, necesario en la elaboración del chocolate. El 29 de octubre se corta la flor, y el 30 los vecinos que no cultivaron acuden por la mañana a las plazas para adquirirla, ésta última fecha se conoce como Día de la Flor, aprovechada aún en la adquisición de frutas y demás artículos básicos para la fiesta.
Así, el resto del día se ocupa en la elaboración de los “arcos”, “altares” y la preparación de los tamales. Los “altares” responden en ésta caso, a mesas adornadas con flores de cempoalxóchitl y manteles bordados donde se colocan ceras, comida, bebidas e imágenes de santos. Las mesas son colocadas en lugares apropiados de cada casa. Los “arcos” por su parte, y también integrados en los altares, están hechos de varas de sauce, a las que se adhirieron flores y frutas como plátanos, naranjas, cañas y limas. El 31 de octubre se ofrendan alimentos a los espíritus de los niños, en especial chocolate y pan, lo mismo que ceras y quema de copal, elemento mediante el cual los espíritus pueden trasladarse a la tierra. Los chocolates no deben faltar.
El 1ro. De noviembre los infantes disfrutan su altar y también es el momento en que la campanas anuncian el “arribo” a sus casas de los difuntos mayores o “espíritus” de los muertos adultos; que comienzan a llegar por la mañana del 2 de noviembre en ambos casos sean niños o adultos, las familias los ”esperan” en los caminos y riegan flores para indicarles la ruta de llegada y regreso.
Los adultos son obsequiados con mole de guajolote, pollo, aguardiente, cigarros y tamales, comiendo la esencia de aquello. Por la tarde del día 2 de noviembre se realiza la “despedida” de los difuntos o tlamacualistli.
Por tal caso se lleva la “ofrenda” de arco con flores y comida al cementerio, colocada por algunos minutos en cada tumba de los familiares que ahí se encuentran.
Una vez terminado el ritual los alimentos son compartidos y consumidos al ritmo de la música de huapango, cohetes encendidos de vela y la danza de los Coles o Viejos. Con el regreso a casa termina la celebración, que deberá esperar al siguiente año para propiciar el encuentro entre vivos y muertos de las tierras cálidas de la Huasteca.