Por Pablo Fernando Ruiz Gálvez
Analista Deportivo
Tras un exitoso paso como entrenador del Barcelona, Pep Guardiola, inicia una nueva ‘aventura’ en el Bayern Múnich, al que espera seguir poniendo en los más altos lugares de la elite futbolística, aun cuando ya ha tenido su primer desencanto, y no precisamente con su nuevo club, sino con el mandamás del cuadro blaugrana, Sandro Rosell, con el cual nunca tuvo la mejor de las relaciones laborales mientras este era todavía dirigía al equipo.
La rueda de prensa del entrenador catalán del Bayern, corrieron como un reguero de pólvora por el entorno del Barça y catapultaron al primer plano el divorcio entre Pep y Sandro Rosell. Una sospecha que existía desde antes incluso que Guardiola dejase el Barça, cuando durante su última temporada al frente del equipo se consideró que era poco menos que el 'bombero' del club, obligado a dar la cara ante ataques externos por el bajo nivel mostrado por la directiva en este aspecto.
Las declaraciones procedentes de Brasil, donde se supone que el presidente del Santos afirmó que Pep ponía en duda la gestión de Tito Vilanova, fueron el detonante. El hoy entrenador del Bayern se marchó hace un año a Nueva York para huir de una relación quemada, pero ni en la 'Gran Manzana' gozó de la paz que buscaba.
Guardiola, dejó al descubierto no solamente sus diferencias de criterio con Rosell y su directiva, confirmando sin decirlo abiertamente que su salida del club se debieron a ellas, sino que criticó el fondo y las formas utilizadas en su contra por los dirigentes.
El nuevo entrenador del Bayern, supo encontrar las palabras adecuadas en lo que fue un discurso en que para nada apareció como 'el rival' del Barça. Elogió a Tito Vilanova por su trabajo hecho en la Liga del récord, conquistada este pasado curso para dar más argumentos a sus palabras y, simplemente, que no es poco, se centró en descalificar a Rosell y demás directivos por lo que considera ataques continuados durante todo el año.
La reacción de las redes sociales fue unánime en favor de Pep, a diferencia del Presidente del Barça, al que le ‘llovieron’ toda clase de críticas por lo sucedido. Harto de todo y cansado de su propio silencio ante las insinuaciones que procedentes del entorno del club le mantenían en primer plano, Guardiola mostró sus armas en una guerra que no ha hecho más que empezar.
Cuando el Barça conquistó la Liga, Rosell dio lo que se considera golpe de gracia al declarar pomposamente que "Tito ha ganado todas las comparaciones con Pep, incluso la humana". A partir de ahí ya podía esperarse que no se quedase callado Guardiola. Además a pocos días de que el equipo comience su pretemporada, ese silencio que impera en el seno de la institución, no hace más que afectar la imagen de todo el club.