Por Miguel Ángel Serna Ortega
Investigador Histórico
La guerra de los pasteles fue el
primer conflicto bélico entre México y Francia, y formalmente tuvo lugar entre
el 16 de abril de 1838 y el 9 de marzo de 1839. Las primeras décadas de la
historia Independiente de
México, fueron de anarquía y desorden en los aspectos
económico, político y demográfico.
La inestabilidad del país se reflejaba en todos los órdenes de la sociedad, y en particular en las fronteras la migración ilegal y el contrabando eran comunes por la falta de vigilancia.
Debido a esto y muchos problemas,
México estaba en la mira de los países extranjeros, dispuestos a intervenir
cuando lo consideraran oportuno. A partir de la consumación de la Independiente en
1821, los franceses, que profesaban la misma religión, y
además pertenecían a una cultura que influía grandemente en la mexicana,
pudieron radicarse en el país, consagrándose al comercio, la pequeña industria,
el artesanado e ingresando en el ejército nacional.
En 1827, se había celebrado un
convenio con Francia bajo el nombre de "Declaraciones
Provisionales", que sentaban las bases para el futuro arreglo de
las relaciones entre ambos países. La colonia francesa era próspera y bien
vista cuando Francia reconoció en 1830 la Independencia y en el momento en que
se firmaron los acuerdos comerciales de 1831 y 1832, que otorgaron a la nación
francesa y sus ciudadanos el tratamiento de nación más favorecida.
Las rebeliones y asonadas ocurridas
en las primeras décadas afectaron tanto a los mexicanos y extranjeros, al igual
que los préstamos forzosos que el gobierno impuso a la población para salir de
sus apuros económicos. De esos hechos, y a través del barón Deffaudis,
embajador de francés, los comerciantes franceses avecinados en México enviaron
una serie de reclamaciones, que fueron recibidas en Paris con alarma. Entre
estas reclamaciones, se encontraba la del señor Remontel, dueño de un restaurante de Tacubaya, donde algunos
oficiales del presidente Santa Anna
en 1832 se habían comido unos pasteles sin pagar la cuenta, por lo cual exigía
ser indemnizado. Ese fue el motivo a que el pueblo mexicano identificara a esta
guerra con Francia con el nombre de "Guerra de los Pasteles".
Deffaudis, en un comunicado a su
gobierno le indicaba que había que actuar con energía. Al responder el Ministro
de Relaciones a las reclamaciones francesas y no estar de acuerdo. En
consecuencia Deffaudis, pidió sus pasaportes y abandonó México
y regresó a Francia, para volver en marzo acompañado de diez barcos de guerra
que apoyaban las reclamaciones de su gobierno. Deffaudis redactó el 21 de ese
mes un ultimátum al gobierno exigiéndole el pago de seiscientos mil pesos para
cubrir daños ocasionados a los franceses. Exigía también, que fueran retirados
varios oficiales del ejército y se exceptuara a los franceses de los préstamos
forzosos expidiendo una ley especial.
Fondearon frente a la Isla
Sacrificios, Veracruz,
amenazando con invadir el territorio mexicano si México no cumplía las
condiciones de Deffaudis. Como el gobierno de Anastasio Bustamante se negaba a tratar con Deffaudis mientras
hubiera fuerzas navales francesas frente a Veracruz,
el comandante de éstas, almirante Bazoche, declaró bloqueados todos los puertos
del Golfo, incautó a las naves mercantes mexicanas, comenzando un bloqueo que
duraría ocho meses, desde el 16 de abril de 1838 que se rompieron las
relaciones.
Al ver que México no cedía ante la
presión, Francia envió en octubre veinte barcos más bajo el mando del
contraalmirante Charles Baudin y se reunió en Jalapa con el ministro de
relaciones interiores y exteriores de México
don Luis G. Cuevas, quien se negó a exceptuar a los franceses de préstamos
forzosos y de ventajas comerciales. Aceptó pagar la indemnización de
seiscientos mil pesos en un plazo de seis meses. Inconforme, Baudin amenazó con
iniciar las hostilidades el 27 de noviembre, lo cual realizaron 26 navíos con
cuatro mil hombres, que atacaron San
Juan de Ulúa causando graves daños y gran numero de muertos.
Retirado desde su regreso de Estados
Unidos, Santa Anna
observó los movimientos de la escuadra enemiga y decide actuar.
Se entrevistó con Rincón y ante la grave situación aceptó el consejo de los oficiales de rendir fortaleza. Los franceses obligaron a Rincón a reducir la guarnición de Veracruz a mil hombres, a recibir a los expedicionarios e indemnizarlos. El Congreso desautorizó a Rincón y nombró a Santa Anna defensor de Veracruz. Éste llamó a Mariano Arista, quien fue hecho prisionero al ser sorprendidos por los franceses, mientras Santa Anna logró escapar.
Se entrevistó con Rincón y ante la grave situación aceptó el consejo de los oficiales de rendir fortaleza. Los franceses obligaron a Rincón a reducir la guarnición de Veracruz a mil hombres, a recibir a los expedicionarios e indemnizarlos. El Congreso desautorizó a Rincón y nombró a Santa Anna defensor de Veracruz. Éste llamó a Mariano Arista, quien fue hecho prisionero al ser sorprendidos por los franceses, mientras Santa Anna logró escapar.
Las tropas francesas atacaron varios
puntos fuertes y cuando se retiraban, Santa Anna,
que había recibido refuerzos, intentó atacar en muelle al contra-almirante
Baudin, las cuales contraatacaron utilizando un cañón que mató al caballo de Santa Anna
destrozándole a éste la pierna izquierda, forzado el ejército nacional a
abandonar Veracruz,
este hecho provocó en la capital descontento, culpándose al presidente
Bustamante
de esos hechos.
La intervención de Santa Anna
en la defensa de Veracruz
le sirvió para recuperar su prestigio, lo que capitalizó muy bien, habiendo
logrado que lo propusieran para ocupar la presidencia
en tanto Bustamante
salía a combatir un alzamiento federalista en Tampico.
Como presidente
interino, Santa Anna
se dio cuenta de que resultaba conveniente llegar a un arreglo con Francia, ya
que Baudin había levantado el bloqueo de los puertos controlados por los
federalistas.
Por otra parte, el ministro inglés
Richard Pakenham intervino con el fin de evitar daños al comercio británico,
quien consiguió reunir a los representantes mexicanos con el contraalmirante
Baudin. El 9 de marzo de 1839
se firmó un tratado de paz, en el cual México se comprometió a pagar las
indemnizaciones exigidas (seiscientos
mil pesos en total), en plazos cómodos y del modo que menos podía
perjudicar el erario nacional. Los mexicanos de aquella generación calificaron
el conflicto Francia-México, como “la guerra de los pasteles”.