Por Miguel Ángel Serna Ortega
Investigador histórico
Nació en la ciudad de Oaxaca, el
quince de septiembre de mil ochocientos treinta. Estudió en el seminario como
alumno externo. Por consejo del liberal Marcos Pérez, ingresó en el Instituto
de Ciencias y Artes a la carrera de Leyes que no terminaría. Posteriormente se
enlista en la vida militar. Tenía entonces Porfirio Díaz 16 años; y como
escuchara de labios de uno de sus profesores, que era deber de los mexicanos
defender el territorio invadido, tomó este sentimiento en el estudiante la
misma forma activa y enérgica con que en su corazón se han revelado todos en el
curso de su vida. Así, pues, congregó a algunos de sus condiscípulos; y
poniéndose resueltamente a la cabeza de ellos, se dirigió al Gobernador del
Estado para ofrecerle sus servicios y los de sus compañeros, como una ofrenda a
la Patria.
Naturalmente, admirado el Gobernador
ante aquella actitud resuelta, pero más admirado todavía ante el ardor
patriótico de aquéllos jóvenes, se limitó a anotar sus nombres sin aceptar de
pronto el ofrecimiento que le hacían. Más tarde fue éste aceptado, y entonces
Porfirio empuñó por vez primera las armas en defensa de México, hizo sus
guardias y se sujetó al duro régimen militar.
La mujer a la que más amó se llamaba
Juana Catarina Romero. Según una leyenda, Don Porfirio Díaz logró en esos años,
(mil ochocientos cincuenta y siete aproximadamente) que la empresa del
Ferrocarril Transístmico, que trabajaba en esa zona, desviara el trazo de la
vía hasta hacerla pasar a dos metros del chalet estilo francés que construyó
para Juana Catarina. Le había regalado el progreso.
El veintidós de diciembre de mil
ochocientos cincuenta y nueve el Presidente de la República recomienda
especialmente al Gobernador de Oaxaca, dé el ascenso inmediato al Teniente
Coronel Porfirio Díaz, por su brillante comportamiento en el ataque de
Tehuantepec, el veinticinco de noviembre del mismo año.
El veintitrés de enero de mil
ochocientos sesenta Don Porfirio Díaz y sus fuerzas constitucionalistas
sufrieron una derrota por parte de las fuerzas reaccionarias que obedecían a
Cobos en el pueblo de Mitla. El treinta de enero de mil ochocientos sesenta se
le nombra Jefe de la Brigada de la Sierra, de la División de operaciones del
Estado de Oaxaca. El diecinueve de abril del mismo año se recibe una mención
honorífica por el asalto y toma de la manzana inmediata al Convento de la Concepción
en Oaxaca. El cinco de agosto de mil ochocientos sesenta se vive una acción de
guerra dada en Oaxaca por la División del Estado, en cuya jornada salió herrado
el coronel Porfirio Díaz.
El catorce de julio de mil
ochocientos sesenta y uno se le otorga una mención honorífica por su arrojo en
la jornada de Jalatlaco y por lo cual se le da el grado de General de Brigada.
El veintiocho de abril de mil ochocientos sesenta y tres recibe una mención
honorífica por el combate del veinticinco de abril en puebla.
El treinta de junio de mil
ochocientos sesenta y tres se recibe la orden para que sea nombrado General en
Jefe del Ejército de Operaciones. Durante la guerra de Reforma Don Porfirio
Díaz libró doce batallas, fue herido de gravedad, creó una policía secreta,
sufrió peritonitis, instaló una fábrica de municiones, se volvió experto en
ataques súbitos y emboscadas. Pero sobre todo en manejar hombres, adivinar
pasiones y ambiciones, y aprovecharlas.
"Hubo un tiempo en que no
recibí ni instrucciones ni ayuda de mi gobierno, por lo que me vi obligado a
pensar por mí y convertirme en gobierno". Los frutos vendrían más tarde,
en mil ochocientos sesenta y seis, cuando su estrella militar comenzase a
brillar por encima de todas, sus triunfos de Jalatlaco, Miahuatlán y La
Carbonera resonarían en los campos liberales. El dos de abril de mil
ochocientos sesenta y siete lograba en Puebla su victoria más importante: la
puntilla del Imperio.
El veinte de enero de mil
ochocientos sesenta y ocho, el presidente Juárez y el General Porfirio Díaz, se
cruzan telegramas de felicitación al inaugurar la comunicación con la Ciudad de
Oaxaca. Al finalizar el siglo XIX las líneas telegráficas comunicaban a casi
toda la República Mexicana. Ya para esta época, Guillermo Marconi había
inventado el telégrafo sin hilos.
En mil ochocientos sesenta y siete
se había casado con Delfina Ortega Díaz, su sobrina carnal, la hija de su
hermana Manuela, en ese matrimonio procrea a sus hijos Porfirio y Luz. Al morir
su primera esposa se retractó por escrito aunque privadamente de haber apoyado
las Leyes de Reforma. Con las mujeres de su familia su esposa y sus hijas Luz y
Amada, ésta nacida de una madre juchiteca en los años sesenta, se mostraba
tierno y respetuoso. Con los hombres, sobre todo con su hijo
"Porfirito", a quien apodaban " el Chas" por su
desagradable costumbre de estornudar en público, se comportaba durísimo; a los
doce años lo mandó al Colegio Militar, donde fue tratado con severidad.
En mil ochocientos setenta y seis en
plena Revolución de Tuxtepec, Don Porfirio, al verse perdido en el pueblo
norteño de Icamole, prorrumpió en llanto. Le dirían "El llorón de
Icamole", pero a la postre los vencería a todos. La primera línea de
teléfono que existió en la República Mexicana, fue la que se tendió entre el
Castillo de Chapultepec y Palacio Nacional el dieciséis de febrero de mil ochocientos setenta y ocho.
Fue presidente Constitucional de la
República para el periodo de mil ochocientos setenta y siete a mil ochocientos ochenta.
Según la Constitución Mexicana, Díaz no podía permanecer en la presidencia
durante dos mandatos consecutivos por lo que tuvo que renunciar en mil
ochocientos ochenta aunque continuó en el gobierno como Secretario de Fomento.
Fue reelegido en mil ochocientos ochenta y cuatro y consiguió la aprobación de
una enmienda a la Constitución que permitía la sucesión de mandatos
presidenciales.
En mil ochocientos ochenta y uno, su
amigo, el Padre Eulogio Gillow daría la bendición a Don Porfirio Díaz (viudo de
cincuenta y un años) y a Carmelita Romero Rubio (diecisiete años). En mil
ochocientos ochenta y cuatro se encontró con una situación caótica ya que no
había dinero en las arcas nacionales y la tranquilidad pública se había
alterado. Al tomar posesión se restableció la paz, se regularizaron
inmediatamente los pagos y el comercio volvió a dar señales de vida.
El dos de octubre de mil ochocientos
ochenta y seis, el gobierno anuncia que se ha publicado el reglamento para
establecer una Escuela Normal para Profesores. Se reelige por segunda ocasión
para el periodo mil ochocientos ochenta y ocho–mil ochocientos noventa y dos. El
veintinueve de febrero de mil ochocientos ochenta y ocho la Junta Legislativa
del Estado de Oaxaca, expide un decreto permitiendo a la mujer el acceso a las
carreras profesionales.
El General Porfirio Díaz recibe del
Ministro de Francia en México el día treinta de abril de mil ochocientos
ochenta y nueve, las insignias de la Legión de Honor que le confirió el
gobierno francés. Se aumentan las líneas férreas en la República Mexicana. Don
Porfirio Díaz se reelige por tercera ocasión para el periodo de mil ochocientos
noventa y dos–mil ochocientos noventa y seis. En la cuarta reelección cubrió el
periodo de mil ochocientos noventa y seis– mil novecientos y en la quinta el
periodo de mil novecientos–mil novecientos cuatro. En mil novecientos tres se
reformó una vez más la Constitución, prolongando el periodo presidencial a seis
años y se creó la vicepresidencia. El primero de diciembre de mil novecientos
cuatro inicia su sexto periodo de
reelección.
En los primeros años del siglo XX el
gobierno de Porfirio Díaz se fue debilitando, tenía poca credibilidad y muchos
opositores. Se recrudecieron los actos de represalia contra campesinos y trabajadores,
como las matanzas de Río Blanco (mil novecientos cinco) y Cananea (mil
novecientos seis) y poco después el Partido Liberal Mexicano, bajo el liderazgo
de los hermanos Flores Magón, publicaba un manifiesto de veintiocho puntos
considerado como el antecedente inmediato del levantamiento popular de mil
novecientos diez.
El veintiuno de mayo de mil
novecientos once renuncia y el veintiséis de mayo partió a Veracruz para
embarcarse rumbo a la Habana y posteriormente a Europa. El dos de julio de mil
novecientos quince a la edad de ochenta y cuatro años el General Díaz falleció
en París. Sus restos descansan en el cementerio de Montparnasse en París.
Porfirio Díaz es sin duda una de las
figuras más polémicas de nuestra historia. Atacado por unos y defendido por
otros. Pero estamos conscientes que el Gral. Díaz formó parte de una etapa
crucial en el acontecer social, político y económico de nuestro país. Bajo su
dictadura México consiguió un importante progreso económico. Aumentaron las
inversiones de capital extranjero, lo que favoreció la construcción y expansión
de la red de ferrocarriles, se elevó el desarrollo de la minería de plata, se
instaló la primera línea telefónica, inauguró la comunicación vía telégrafo en
Oaxaca, se exhibió el fonógrafo, entre otras cosas. Por tal motivo consideramos
que Díaz es un pilar importante en el desarrollo de México por todos estos
avances.
Por otra parte, nos encontramos en
desacuerdo con su delirio de grandeza que lo empujo a intentar durar más tiempo
en el poder, se sentía dueño del país. Además era malinchista, ya que
consideraba que lo mejor provenía del extranjero. Trataba de imitar los estilos
europeos, tanto en costumbres de la vida cotidiana como en modelos
arquitectónicos, una muestra de ello es el Palacio de Bellas Artes.
Por lo tanto llegamos a la
conclusión de que una persona como él, que logró grandes avances para el país,
también es una persona que pudo estancarlo en sus últimos años de gobierno; ya
que sentimos que ya no pensaba en servir al país sino en que el país le
sirviera. También consideramos que antes de poder amar a lo demás tenemos que
aprender amar a nuestras raíces.
Su mandato se caracterizó por un
crecimiento económico gracias a la inversión extranjera, la realización de
obras públicas y el desarrollo de la industria en ciertas regiones, pero
también por el uso de la fuerza para doblegar a la oposición y una muy desigual
distribución de la riqueza. La Revolución acabaría con el gobierno de Díaz e
inauguraría una nueva etapa para la historia de México.
Cabe mencionar que en varios
compañeros surgió cierta admiración hacia Porfirio Díaz, porque de ser un
hombre humilde, residente de Oaxaca, logró ser un personaje ilustre de México.
Sus restos mortales descansan en
parís Francia y deberían regresar a la patria en donde puso su valor y sus
conocimientos al servicio de México.