Por Vladimir Ramos
Twitter: @VladimirRamosC
Pensar y escribir sobre el municipio mexicano no ha sido sencillo. Varias décadas después de haber sido constitucionalizada, ésta división territorial continúa desconocida en su mayor parte y viviendo por debajo de lo que en su momento se pensó para él. México muere y florece en sus municipios, todos los días la pluralidad de nuestra idiosincrasia mantiene allí una lucha entre el estancamiento y el progreso. Para entender al Municipio debe estudiársele considerando una variable intestina y apasionante como la variopinta idiosincrasia que en él subsiste.
Los hombres y mujeres de los municipios de México han forjado su historia y actuales condiciones de vida en ambientes complejos y complicados. En la monotonía de su pobreza y en el repaso de sus horas tristes, el mexicano[1] pasa un tiempo considerable pensando en lo que quiere hacer envuelto en un ánimo de positividad y alejándose de lo que realmente puede hacer. Cuando el tiempo lo alcanza y advierte la desproporción entre lo que quiere y puede hacer, los ánimos otrora positivos se transforman en aliados del fracaso. A lo largo de los años, en las arterias de México se fue forjando un sentimiento nacional contrario al que se percibe en el epitelio de nuestra conducta, el arrojo y valentía que sobresalen del carácter mexicano, para Samuel Ramos son maneras inesperadas para disfrazar y compensar un sentimiento inconsciente de inferioridad –sentimiento que inicia su arraigo en los años de la conquista y la colonización, y que se hizo patente de manera estructural en el comportamiento de los individuos hasta el movimiento de la independencia, cuando el país buscaba su identidad, su propia fisionomía nacional originaria. Siendo un país muy joven, México quiso ponerse a la altura de la vieja civilización europea de un solo salto. Al fallar, el país cayó en severos conflictos internos y a consecuencia de algunos, México auto desvalorizó su carácter cometiendo un acto propio de injusticia y se impuso condiciones mentales que han persistido en el tiempo. La psicología de los mexicanos dice Ramos, es la de una raza en la edad de la fantasía y la ilusión que en consecuencia, sufrirá fracasos tras fracasos de manera sucesiva hasta que no logre adquirir una percepción clara de la realidad.
Al paso del tiempo, y tomando a la historia misma como referente, las condiciones de vida del mexicano son resultado de un permanente estado de pasmo ligado a la suspensión total de la razón y al privilegio de lo vano. Lo interesante de Ramos sobre el tema del sentimiento de inferioridad que afecta a los mexicanos son las consecuencias que sobrevienen a ello: la formación de un individualismo que socava la posibilidad de construir comunidad. Por ello, en México el espíritu de cooperación y la construcción de comunidad son débiles, en ésta nación nuestra vida tiende más a la dispersión que a la solidaridad social. El sentimiento de inferioridad por su parte, genera en el individuo conducta de introversión, un comportamiento intangible de desatención a lo exterior y un marcado debilitamiento de la capacidad de percibir lo que es real. Los afectados por el sentimiento de inferioridad dice Ramos, terminan convirtiéndose en inadaptados del mundo y de su sociedad debido al desequilibrio que se fermenta en su conciencia.
En “El perfil del hombre y la cultura en México”, Ramos estableció que generalmente en donde hay un sentimiento de inferioridad surge la ambición desmedida por el poder, consecuencia del encuentro entre antagónicas, la determinación de lo que es superior y debe ser asequible y aquello que es denostado, aquello que resulta inferior y por tanto desechable. La lucha por el poder da como resultado la inadaptación a la vida de comunidad, y es ahí donde nace la parálisis participativa de la comunidad misma como ciudadanía. Rosario Castellanos[2] dijo alguna vez que para ser participativo se requeriría hacer una declaración de fe y edificar una nueva conciencia para desde ahí, poder ver y andar, vivir, cambiar, exigir y no sólo presenciar como el mexicano en los pueblos que solamente presencia, no ve y anda, no vive y cambia, no exige. Este mexicano según Octavio Paz[3] establece una muralla entre la realidad y su persona, una muralla infranqueable, lejana y cargada de impasibilidad; razones por la cual siempre está lejos del mundo y de los demás. Lejos de sí mismo.
Si contrapusiéramos el sentimiento de inferioridad argumentado por Ramos con la propuesta de personalidad del mexicano hecha por Paz en donde la resignación es una de sus virtudes populares y los trasladáramos a cada uno de los más de dos mil quinientos municipios de México, empezaríamos a entender una parte sustancial del porque las condiciones económicas son las que existen y no las que desearíamos. Realizando tal ejercicio iniciaríamos el camino hacia el desarrollo municipal, tratando desde la raíz misma el problema, desde la parte visceral, intestina. No podemos construir un mejor país si en cada una de sus células existe un abismo entre idiosincrasia y estadística, en dónde el ejercicio de gobierno se realiza con una magra e insípida experiencia al respecto pues es ahí donde se quiebra México, en el acto mismo de un ejercicio que obstaculiza la creación de comunidad. Fortalecer al municipio requiere de entenderlo, de verlo desde una perspectiva propia, y no como un todo. Las particularidades de esta división territorial seguirán marcando su camino lento y atribulado. Para poder impulsar el progreso de los pueblos debemos eliminar la absurda entereza con que nos resignamos a la adversidad local que menciona Octavio Paz, debemos poner en perspectiva que la idiosincrasia y el progreso guardan una relación de codependencia.
BIBLIOGRAFÍA
Dresser, D., 2011. El país de uno. 2011 ed. México DF: Aguilar.
Paz, O., 2008. El laberinto de la soledad. México DF: Fondo de Cultura Económica.
Ramos, S., 2010. El perfil del hombre y la cultura en México. Primera ed. México DF: Planeta Mexicana S.A. de C.V..
Liev Vladimir Ramos Cárdenas, licenciado en relaciones internacionales, cuenta con varios diplomados en políticas públicas (Harvard JFK School of Government, CIDE, ITAM) Maestro en “economía y políticas públicas” por el ITESM, ha sido diputado federal, subdirector de servicios sociales y culturales en el ISSSTE, fundador de la asociación magisterial obrero campesina estudiantil, actualmente se desempeña como consultor en materia municipal.
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[1] (Ramos, 2010)
[2] (Dresser, 2011)
[3] (Paz, 2008)